Anjeles Iztueta Azkue / Consejera de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco El acceso universal
a la educación es un hecho en Euskadi desde hace ya dos décadas.
Esta realidad ha coincidido en el tiempo con otros cambios sociales y culturales.
La creciente influencia de las nuevas tecnologías y las tendencias a
la globalización han producido importantes transformaciones en las costumbres,
en el sistema de valores y, en general, en las normas y pautas por las que nos
guiamos y movemos las personas, los pueblos y las sociedades. Lógicamente,
este conjunto de circunstancias ha modificado las condiciones en que se desarrolla
la actividad educativa en los centros escolares, lugares en los que coinciden
personas muy diversas y heterogéneas, con experiencias y vivencias muy
diferentes.
La práctica
educativa enfrenta cotidianamente el problema de conciliar la igualdad de oportunidades
con el derecho a la diferencia. En la actualidad, el acceso a la educación
no está directamente condicionado por el origen del alumnado, es decir,
todos los alumnos son iguales en cuanto a sus derechos pero acaban siendo diferentes
en función de sus méritos. Esta tensión entre igualdad
y mérito provoca una sensación de injusticia que se manifiesta
desde distintas ópticas (es injusto que se promocione sin esfuerzo, es
injusto que algunos alumnos no puedan progresar más, a quien cumple no
puede exigírsele más, no puede exigirse a todos lo mismo, etcétera.)
La extensión
del periodo de enseñanza obligatoria ha puesto de manifiesto problemas
de absentismo escolar, bajos rendimientos, desinterés, indiferencia,
actitudes conflictivas en una parte del colectivo de alumnos y fundamentalmente
en un tramo de edad. Se trata de grupos cuyo grado de identificación
con la escuela es muy bajo y cuya integración escolar constituye un problema
serio.
El carácter
confuso y en ocasiones contradictorio de muchos de los valores que coexisten
en nuestra sociedad dificulta el consenso sobre aquello que debe ser reforzado
y perpetuado por la educación escolar. En ocasiones muchos de los valores
transmitidos en los centros escolares no son experimentados por nuestros jóvenes
en otros ámbitos de su vida cotidiana, como son la familia, el grupo
de amigos o los propios medios de comunicación.
Una parte del profesorado
percibe su trabajo de una manera poco satisfactoria. Las tareas del profesorado
se han ampliado y han variado notablemente. Además, en la actualidad
la evidencia de ser profesor no es suficiente para ser respetado o poder controlar
la clase. Conservar una posición de autoridad resulta a veces muy complicado.
El trabajo en el aula, los conocimientos o la capacitación didáctica
deben adecuarse de manera muy veloz a una nueva realidad, sobre todo en determinados
niveles educativos.
La ampliación
del espacio educativo hace necesario que la nueva organización escolar
no tome como punto de referencia exclusivo ni el aula ni la didáctica,
sino que se preocupe por todos los ámbitos de la vida escolar. La dirección
de los centros escolares deviene entonces en una tarea más compleja,
con la circunstancia añadida de que ya no puede suponerse la homogeneidad
de los centros ni de las situaciones educativas. La especialización y
profesionalización de la función directiva constituye una exigencia
que no está exenta de controversias acerca de los modelos de representación,
gestión y participación más apropiados.
Para algunas familias,
la demanda de educación tiene que ver cada día más con
requerimientos económicos y laborales. Se envía a los alumnos
a los centros educativos no tanto para que sean educados como para que adquieran
certificaciones útiles para su carrera. A veces los centros son percibidos
como una especie de aparcamiento donde se delega la responsabilidad sobre los
alumnos durante unas horas cada día. Estos y otros problemas afectan
con distinta intensidad a los centros escolares, provocan una inquietud lógica
entre los miembros de la comunidad educativa, que viven un escenario que exige
un replanteamiento y una adecuación de la organización y de los
procedimientos en el medio escolar.
Por todo ello,
partiendo de la nueva situación social y educativa que caracteriza a
sociedades avanzadas como la nuestra, la calidad educativa no debe ser entendida
en un sentido restringido, es decir, como el desarrollo mecánico de un
conjunto de nuevos procedimientos en los centros escolares. Un proyecto global
de calidad educativa debe ser capaz de afrontar los retos actuales de la educación
a través de una reflexión sobre la organización, los procedimientos
y los contenidos educativos, que permita articular una respuesta eficaz y satisfactoria
a las necesidades de todos los colectivos escolares y no sólo a las demandas
de una parte de ellos.
Desde esa disposición
es importante constatar que los centros escolares constituyen el escenario en
el que debe concretarse y desarrollarse la calidad. Es en ellos donde deben
tener respuesta los distintos problemas y donde deben formalizarse las soluciones.
En consecuencia con lo anterior El centro educativo como marco de calidad es
un título apropiado para unas jornadas de reflexión que el Departamento
de Educación, Universidades e Investigación va a celebrar para
favorecer la participación activa de la comunidad educativa del País
Vasco en un debate abierto sobre la situación de nuestra educación.
Un debate que pretende desarrollarse en torno al conjunto de temas que más
preocupan a la comunidad educativa y que están directamente relacionados
con el diseño de un proyecto de calidad para nuestro país.
Resulta evidente
que la cantidad y cualidad de los ámbitos que caracterizan la actividad
educativa en los centros escolares imposibilitan un tratamiento exhaustivo de
todos ellos. No obstante, el diseño de los bloques temáticos que
se incluyen en el programa de estas jornadas ha partido de la consideración
de seis aspectos con los que necesariamente debe identificarse cualquier proyecto
de calidad educativa en un centro escolar: los propios componentes de la comunidad
educativa, las formas de organización y gestión, la organización
y determinación de los contenidos, los mecanismos de valoración
y evaluación, los procedimientos y los procesos educativos y, por último,
el tratamiento lingüístico en un país bilingüe. Se ha
tratado de incorporar de forma ordenada todas estas cuestiones para favorecer
un debate fructífero que aporte conclusiones y dé cuenta del estado
de opinión de nuestra comunidad educativa.
Si la educación
representa una tarea colectiva, los centros escolares son todavía hoy
en día el lugar donde se desarrolla una parte muy importante de la formación
de los ciudadanos. Una educación de calidad no se consigue con grandes
declaraciones de principios sobre los objetivos contemporáneos de la
educación, la importancia de los profesores, los deberes de los alumnos
y la responsabilidad de las familias. Las tareas hay que identificarlas; los
objetivos, explicitarlos. La teoría habla de lo que se puede esperar,
la gestión práctica se refiere a lo que sucede. Situaciones concretas
demandan respuestas concretas. Las jornadas sobre El centro educativo como marco
de calidad son una buena ocasión para la participación plural,
el debate y el contraste de opiniones. Una auténtica oportunidad para
el diálogo educativo.

Fuente: Eusko Alkartasuna