Las noticias sobre la agresión a un joven homosexual en Basauri o las pintadas a un mural reivindicativo de los derechos de las personas LGTBIQ+ en un centro educativo de Gasteiz nos muestran la realidad de que, por mucho que se haya avanzado en el respeto a todas las personas, aún queda mucho por hacer. El siguiente paso debe darse en el ámbito legislativo para otorgar seguridad jurídica a todas las personas, sea cual sea su orientación sexual y, por supuesto, por encima de los roles de género. No se puede descuidar la pedagogía y las medidas sociales que permitan que todas las personas nos desarrollemos con toda nuestra potencialidad y en todos los ámbitos sin esconder lo que somos o a quién queremos. En este sentido, reiteramos la necesidad de programas como SKOLAE, tan necesarios para educar en igualdad, tan controvertidos aún hoy que ha sido sacado del sistema educativo navarro.

Es cierto que la lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ+ ha conseguido ganar batallas importantes, tanto en el plano legal como en el social, pero también es evidente que aun hoy hay personas que se lo piensan dos veces antes de decidirse a hacer una muestra de afecto a su pareja en público o para las que vestirse supone un quebradero de cabeza, por si hacerlo de acuerdo con su sentir les va a provocar problemas al traspasar la puerta de su casa, e incluso de su habitación.

En definitiva, por mucho avance social y jurídico, no hemos conseguido que hoy, en la Euskal Herria de 2021, todas las personas se sientan libres de vivir su opción afectivo-sexual, de romper las barreras de género y de vivir como nos haga felices por dentro y por fuera, independientemente del sexo biológico.

Así, pese a que en sedes institucionales y en discursos oficiales se hable de dotar de seguridad jurídica a las personas LGTBIQ+ o de garantizar sus derechos, el objetivo final es que todas las personas tengamos las mismas oportunidades en materia de educación, sanidad, trabajo y también las mismas oportunidades para ser felices.

Desde un punto de vista socialdemócrata, a la hora de realizar un diagnóstico de la situación de las personas del colectivo LGTBIQ+, es necesario incluir valores como la renta, la racialización, la diversidad funcional,… porque es preciso subrayar que el colectivo LGTBIQ+ es tan plural como la sociedad en la que vivimos y no se pueden homogeneizar las distintas realidades, problemáticas, necesidades o reivindicaciones; no es lo mismo ser un hombre homosexual blanco de clase media que ser una mujer transexual mayor de 65 años, migrante y con un trabajo en precario.

Somos personas individuales, si bien está claro que las personas transgénero son las más vulnerables del colectivo LGTBIQ+. Por eso, la búsqueda de acuerdos para la consecución de una Ley que termine de una vez por todas con la patologización de las personas transgénero, les dote de seguridad jurídica y permita desarrollar su vida con plenas garantías es fundamental, necesaria y cuestión de justicia social.

Construir una Euskal Herria soberana compuesta de personas con capacidad de decidir sobre todos los ámbitos de su vida- su cuerpo, su género, su futuro- exige todavía un trabajo enorme en ámbitos como la cultura, el deporte, la educación o la sanidad. Es un reto en el que todos y todas debemos y podemos participar.

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