El que se ha denominado “último debate del bipartidismo” ha dejado pocos titulares políticos y demasiados que describen el nivel de insulto político al que son capaces de llegar los líderes españoles a la caza de votos en la última semana de campaña. Resulto un debate bronco, anclado en el pasado y no aporto absolutamente nada mas allá de dejar en evidencia la mediocridad y falta de liderazgo de ambos. ¡Lo cierto es que ni España se merece estos líderes!

Llegamos al debate entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, tras una larga temporada en la que los candidatos de los cuatro principales partidos españoles se han expuesto sin pudor ante los medios de comunicación. A estas alturas, los dos candidatos han contestado a preguntas sobre cómo conocieron a sus respectivas esposas, si desayunan con sus hijos o qué deporte practican. Y, sin embargo, ayer el moderador del debate ni pidiéndolo de manera reiterada consiguió arrancar dos frases seguidas sobre el proceso catalán.

“Un minuto para Catalunya”, pedía el presentador a los dos candidatos enzarzados en echarse porquería mutuamente a la cara con el tema de la corrupción. Curiosamente, la corrupción es un tema en el que ninguno de los dos sale airoso –porque hay mucha en los dos partidos- y, sin embargo, no evitan ese debate. Del de la cuestión nacional, en Euskal Herria o Catalunya, huyen.

Se acabaron los tiempos en que Euskal Herria acaparaba la atención, porque ETA interesaba como tema electoral, pero el proceso político, no. Quizá hasta fue algo pactado por los respectivos equipos de contendientes evitar el debate catalán. Para qué si lo que interesaba era buscar bronca y en el tema de la inviolable unidad española frente al malvado secesionismo no lo iban a encontrar, porque están de acuerdo.

El independentismo ha quedado deliberadamente fuera de la agenda electoral de los candidatos españoles con la ayuda de los medios de comunicación. Porque tampoco es casualidad que a los únicos partidos con peso importante que se ha dejado fuera de todo debate o tertulia hayan sido EH Bildu y Esquerra Repúblicana de Catalunya.

Se ha silenciado la voz disidente que une a los cuatro candidatos principales, la que les obliga a decir que quieren una España unida. No diciendo nada, lo dicen todo. Dicen que nuestro futuro está en nuestras manos.