“La sociedad vasca está enferma”. Cuántas veces habremos escuchado esta aseveración, y cuán equivocados estaban quienes la mascaban continuamente. Si algo es la sociedad vasca, es una sociedad sanamente movilizada, que sabe bien lo que ha pasado en este pueblo; que no olvida los terrores sufridos durante los últimos 100 años, que guarda y reivindica una memoria digna y completa, una reparación del daño causado a todas sus víctimas, y por supuesto, que se le reconozcan todos sus derechos, como sociedad y como individuos, claro.
La nuestra es una sociedad trabajadora, luchadora y valiente. Tenemos a hombres y mujeres que se han jugado la vida – y demasiadas veces encontrado la muerte- por defender unos derechos. Pero también somos burugogorrak, y aun sabiendo el alto precio de la paz, nos hemos empecinado en buscarla, encontrarla… y estamos intentando implantarla. La sociedad civil vasca ha dado la palabra y la confianza a todas las víctimas. No olvida, porque hasta que se reconozcan la represión, la tortura o la vulneración de todos los derechos, seguiremos reclamando la verdad. Y por supuesto, conoce en carne propia el padecimiento de los crímenes de ETA. Y aun así, avanza, mostrándonos los pasos a seguir en materia de pacificación y convivencia, mientras la mayoría de fuerzas políticas mira demasiado por el retrovisor desde posturas partidistas, tratando de patrimonizar el dolor de tantos años de conflicto en Euskal Herria.
Hay quienes llevamos años trabajando con diferentes asociaciones, fundaciones, movimientos, ONGs, partidos e instituciones para conseguir una paz verdadera, una memoria completa, una reparación para todas las víctimas, y todos los derechos para todas las personas. En esta tesitura, el PNV y el PSE presentan una moción en diferentes ayuntamientos, que si bien está trabajada entre otras por la fundación Fernando Buesa, es más una rémora que una ayuda si el objetivo es la convivencia y la pacificación de Euskal Herria; priman más los intereses políticos que los intereses de país; ayuda más a desenfocar otros temas de actualidad como son la nefasta gestión de la vacunación y pone el foco solamente en una víctimas, acervando el dolor de otras.
Si queremos trabajar por la paz, hagámoslo juntas, cara a cara y hombro con hombro. Pero no intentemos “pacificar por la espalda” como sugería el bueno de Benedetti. Este tipo de mociones de parte, sin haber sido trabajadas conjuntamente y cocinadas entre todos los partidos, favorecen a la confrontación, boicoteando el trabajo de la sociedad civil.
Si queremos trabajar por la convivencia, hagámoslo humanamente. Y entendamos que dar la bienvenida a una persona que lleva demasiados años encerrada, demasiados kilómetros alejada, y demasiado tiempo sola, no es de ninguna manera para vilipendiar a ninguna víctima ni ensalzar ninguna acción de ETA, sino que es lo más humano que hay alegrarse porque una persona salga de prisión, y es humano abrirle las puertas a la reinserción social real.
Desde EA hemos condenado siempre la violencia, provenga de donde provenga, y al mismo tiempo hemos defendido todos los derechos para todas las personas. Lo que para EA ha sido siempre obvio y necesario como base para la construcción de una convivencia verdadera, es lo que entendemos indispensable para avanzar en este tema. No se trata de legalidad o legitimidad, sino de respeto y solidaridad.
Y a quienes con malas ganas nos llaman herederos de ETA, o alguna estupidez mayor, solamente recordaremos que a día de hoy, es EH Bildu la única fuerza política que reconoce a todas la víctimas y que promueve una memoria completa, a la vez que da pasos hacia la pacificación y convivencia real en Euskal Herria. No podemos decir lo mismo de los gobiernos e incluso partidos de España o Francia.
La propia creación de Bildu fue una gran apuesta sobre todo por la paz. Y en esa apuesta nos jugamos mucho; todas. Y salió ganar; ETA hace casi 3 años que se desintegró, gracias al esfuerzo de muchísima gente de Euskal Herria, y también del extranjero. Ahora, hay que saber vivir sin ella; la construcción de la nueva normalidad también tiene cabida en este contexto, y en esta normalización, es normal querer reinsertar a los y las presas para que sean agentes de paz. En esta normalización, debe ser normal cumplir con las normas acercando a las personas presas a las cárceles de Euskal Herria, y liberando a quienes hayan cumplido las ¾ partes de la condena, o tengan enfermedades graves, o con hijos e hijas que sin saber sumar todavía, suman kilómetros en sus mochilas para visitar a sus padres y madres.
El camino a seguir nos lo muestra la sociedad vasca, sigámoslo. Cada quien a su ritmo, comprendiendo cada postura y siempre respetando todos los derechos de todas las personas. A los partidos nos toca apuntalar cada paso que damos hacia adelante en materia de pacificación, convivencia y normalización. Es hora de afilar la paz; pongámonos a ello.