Prof. César Arrondo

El gobierno español realiza todos los esfuerzos con el fin de crispar los ánimos de la sociedad vasca. La decidida acción política de prohibir la Ikurriña en Navarra, como así también los permanentes ataques al Euskera, son un claro ejemplo de una provocación ilimitada.

El brutal cierre del diario Egunkaria y la consecuente represión de sus trabajadores llegando a torturar física y moralmente a sus directivos, constituyen un hecho impensable en un Estado que forma parte de la Unión Europea. Todo hace pensar que nos encontramos en la era franquista, en la Italia de Mussolini, o en la Alemania de Hitler, y no en la Europa civilizada donde este tipo de prácticas deben ser parte del pasado, solo vigente en los manuales de ética e historia como ejemplo de una practica aberrante.

La dispersión de los presos es otra forma de violación a los derechos humanos, negándose además la libertad de aquellos que se encuentran en agravado estado de salud, o a los que han cumplido un alto porcentaje de su condena. Es más, los altos cargos del Partido Popular y el Partido Socialista español estudian y discuten cambios en el Código Penal con el fin de endurecer las penas de los detenidos.

Los ataques frontales a la bandera, el idioma, y la tortura de cualquier ciudadano que huela a vasco, son parte de una actualidad lo suficientemente grave que invitaría a hacer un alto y reflexionar. De esta meditación deben participar todos los grupos políticos y actores sociales del arco Abertzale.

No es posible que no existan ´lealtades´ ni siquiera hacia los grupos de pertenencia, que el Lehendakari Ibarretxe haya hecho una propuesta, la cual puede ser calificada de buena, regular o mala, pero al menos indica un norte, mientras algunos de sus partidarios están más preocupados en mirar de reojo el posible ascenso del PSOE, con el fin de formar un futuro gobierno de coalición y mantener el autonomismo, que en trabajar para instalar la propuesta del Lehendakari Ibarretxe de mayor autogobierno. Para otros, pareciera que la vigencia de practicas lamentables como la tortura y violación de libertades individuales, constituyen un necesario oxigeno para mantener presencia política, y derrochan más energías, tinta y papel, en acusar a otros grupos Abertzales que al bando español.

Hay un dato de la realidad que visto al menos desde afuera de Euskalherría se aprecia con mayor claridad, el mejor momento político para el arco Abertzale fue Lizarra, cuando las condiciones eran casi las ideales: Una tregua unilateral de ETA, un frente de los partidos y actores sociales Abertzales. Esta realidad fue la que más le dolió a Madrid. En ese marco se podría discutir la propuesta del Lehendakari, la vía irlandesa, la de Quebec u otra. Para llevar adelante esta nueva posibilidad se deberá privilegiar el interés general y el de la Patria Vasca, al interés sectorial o personal. Un buen momento para este nuevo marco de encuentro Abertzale sería pasadas las elecciones del 25 de mayo, cuando comenzarían a acomodarse las fichas de un nuevo tablero político para Euskalherría. El primer gesto positivo lo podría realizar ETA, declarando un nuevo ´alto el fuego´, o anunciando directamente el fin de sus actividades. Cuando estaba vigente el acuerdo de Lizarra, Aznar y compañía se encontraban ante una realidad política, para la cual no tenían respuesta. Eso si, es necesaria una unidad inquebrantable, porque el enemigo siempre tiene recetas para seducir a alguien y terminar con esta unidad. En definitiva, en un escenario sin violencia, no es muy alocado, al menos así lo cree un militante vasquista de la diáspora pensar en un Lizarra II.

Prof. César Arrondo

República Argentina

Fuente: César Arrondo