Artículo de Tontxu Campos en EXPANSIÓN
Habrá habido pocas personas en Euskadi que hayan escrito tanto como yo en los medios de comunicación sobre la situación del sector, sobre Bruselas, IZAR y La Naval. Lamentablemente, muchas de mis tesis se han hecho realidad (y esto lo digo con pesar) y ahora estamos como estamos.

Nosotros le pedimos a la SEPI que La Naval siga bajo el paraguas público, porque en las actuales condiciones del mercado mundial, en las que algunos estados mantienen prácticas proteccionistas y otros amparan políticas de dumping, el sector público está para corregir los desmanes y las disfunciones del mercado. Esto es tanto más cierto en este caso, cuando el empresario, el propietario, es el propio estado a través de la SEPI. Europa no ha hecho una política seria de desarrollo de la industria marítima. A pesar de que varios estudios han constatado una y otra vez la situación que todos conocemos y salvo algunos parches, ni ha adoptado medidas proteccionistas ni mucho menos ha corregido el dumping realizado por Corea. Por eso también nos hallamos en esta situación. A mí me gustaría que si los vascos no podemos ir a defender nuestros intereses a Europa, el Gobierno español hiciera de esto cuestión de estado y le plantara cara a Bruselas. Cuando hay estados que tienen déficits presupuestarios por encima de los admitidos en Europa, cuando se sabe que algunos de los nuevos miembros han falseado sus estadísticas para entrar en la Unión y nadie ha tomado medidas, cuando algunos estados defienden empresas que son consideradas estratégicas para su economía…considero que es posible plantar cara a Europa y exigirle una nueva forma de hacer las cosas. Y lo digo acogiéndome a un argumento de la propia SEPI: lo que la SEPI llama PEC (Plan Estratégico de Competitividad para los astilleros civiles de SEPI, 95-98), tal como reconoce en sus documentos, fue llevado a cabo completamente, aunque no pudo conseguir alcanzar los resultados previstos. Las razones para este fracaso no hay que encontrarlas en el acuerdo que Europa autorizó, sino y leo textualmente: “las principales causas del fracaso del PEC fueron que el comportamiento del mercado resultó mucho peor de lo previsto, al incrementarse la oferta de los países asiáticos, especialmente Corea, en mucha mayor medida de lo esperado, y en consecuencia, situarse los precios en niveles muy inferiores a los contemplados en las previsiones que se tenían en la confección del mismo, especialmente con la devaluación de las monedas que conllevó la crisis asiática; así como las desviaciones al alza de los costes de producción que se registraron y la ausencia de medidas empresariales para su corrección y adaptación de la Compañía a los cambios del mercado.”

Consecuentemente, se hizo un Plan y el Plan fracasó; no porque no se cumpliera a rajatabla, sino porque las condiciones en las que se confeccionó el Plan cambiaron y éste no se cambió, ya que era el aceptado por Bruselas y no se podía cambiar de la noche a la mañana. Por tanto, hay razones de justicia para exigir un nuevo Plan de Competitividad para el sector en general y para La Naval, en particular. Tarea que le compete al Estado y al accionista que es la SEPI. Y eso es lo que pedimos. Pedimos también carga de trabajo, porque no hay empresa que se deteriore antes que la que no tiene carga de trabajo y, a partir de ahí, nuestra colaboración para que el sector sea competitivo y para “tirar hacia delante”. En los últimos tiempos estamos escuchando cantidad de promesas respecto a pedidos que se van a realizar para La Naval. Queremos que concreten y con urgencia. Obras son amores y no buenas razones.

Fuente: Tontxu Campos