TONTXU CAMPOS, DIPUTADO DE INNOVACIÓN Y PROMOCIÓN ECONÓMICA DE VIZCAYA

Tontxu Campos asegura que la Diputación de Vizcaya esta dispuesta a «echar un mano» en cualquier actuación que permita salvar La Naval del cierre, como, por ejemplo, la participación en el proyecto para construir dos o tres busque mercantes en ese astillero. Por contra, deja claro que la institución foral descarta absolutamente entrar en el capital de la empresa. En torno a Babcock, el diputado de Promoción Económica pide a la Sepi que rescinda el contrato de venta a ATB e inicie otro proceso de privatización si el grupo austriaco no cumple los compromisos que adquirió al hacerse con la compañía de bienes de equipo.

- ¿Comparte la tesis, cada vez más extendida, de que La Naval está condenada al cierre?

- No sabemos si es el principio del fin. La segregación decidida por el Gobierno supone dejar a los astilleros civiles a merced del mercado para que se salven o desaparezcan dependiendo de si encuentran un inversor privado. En la actual situación, con el ´dumping´ de Corea, esta medida puede conducir a la desaparición de gran parte de la capacidad productiva civil de grandes buques. En Vizcaya, la industria marítima supone el 4% del PIB y La Naval da empleo a entre 6.000 y 8.000 personas entre puestos directos e inducidos, con lo que la decisión de cerrar sería un suicidio económico; en especial, para la Margen Izquierda.

- ¿Cree que el Gobierno ya ha tomado la decisión de sacrificar La Naval o que está peleando por mantener su viabilidad?

- Dejar a la industria civil naval al libre albedrío del mercado no es actuar racionalmente y con lógica. A mi me gustaría que no fuera así y que las decisiones que se tomaran y las actuaciones que se llevaran a cabo se hicieran para salvaguardar el astillero.

- ¿Se refiere a actuaciones como la encuadrada dentro del proyecto de la ´autopista del mar´, que podría suponer la construcción de dos o tres barcos en el La Naval?

- Conocemos ese proyecto y celebraríamos que saliera delante, ya que no sólo supondría un buen comienzo para una nueva etapa en La Naval, sino que además supondría racionalizar el transporte por carretera. Con todo, esperamos que, tras haberse desvelado esta iniciativa, la Sepi no se olvide de hacer los deberes y buscar carga de trabajo para garantizar la viabilidad del astillero. Confío en que no se trate de un espejismo.

- El proyecto cuenta con la participación de la Autoridad Portuaria de Bilbao, de empresas de transporte naval y por carretera y del Gobierno vasco, que incluso está dispuesto a participar la sociedad que se creará si se logra un acuerdo. ¿Se plantea la Diputación entrar en el capital de esa nueva sociedad si finalmente se constituye?

- Ésta es una iniciativa en la vamos a participar todos los que podamos aportar algo, ya que es un proyecto de interés global. La Diputación está dispuesta a analizar el proyecto y, desde luego, no descartamos participar en la sociedad.

- Al margen de ese proyecto, ¿estaría dispuesta la Diputación a entrar en el capital de La Naval y a participar en su gestión si esa fuera la única vía para salvarla del cierre?

- Esa hipótesis está fuera de los escenarios contemplados por la Diputación, ya que es una responsabilidad exclusiva del Estado. Además, la UE no lo aceptaría porque, si la Diputación entrara en La Naval, sería a través de fondos públicos. En este momento, podríamos echar una mano en cualquier actuación que permita salvar La Naval como una empresa integral.

Actuación fiscal

- ¿A qué se refiere con echar una mano? ¿Qué medidas va a aplicar la institución foral?

- Por ejemplo, medidas fiscales que fueran permitidas por la UE y que nos permitieran apoyar al sector naval. También actuaciones de apoyo para aumentar la competitividad de la industria suministradora.

- Los sindicatos han advertido de que harán todo lo necesario para evitar el cierre de La Naval. ¿Teme que si finalmente la clausura es inevitable se podría repetir otro caso de conflictividad como el de Euskalduna?

- Quiero creer que no. Hemos avanzado socialmente como para buscar métodos de protesta y de oposición que no pasen por medidas violentas. Nosotros también nos opondríamos al cierre y participaríamos en las manifestaciones que se convocaran al efecto. Pero, desde luego, las medidas violentas no conducen a ningún lugar.

- En lo que respecta a Babcock, desde que ATB se hizo cargo de la compañía, da la impresión de que se están cumpliendo los peores presagios. En esta situación, ¿hay que prepararse también para un desenlace trágico para la compañía?

- Los nuevos propietarios tienen todo por demostrar. No han hecho frente a ninguno de sus compromisos. Quiero creer que el Gobierno está haciendo un seguimiento de la actuación del grupo austriaco. Hay que urgir a la Sepi a que, si no se cumplen los compromisos adquiridos, rescinda el acuerdo e inicie otro proceso de privatización.

- Las dos empresas emblemáticas que quedan en la Margen Izquierda se encuentran en sus peores momentos. Da la impresión de que esa comarca está condenada. ¿Qué se puede hacer para lograr que vuelva a ser floreciente?

- Si algo ha demostrado la Margen Izquierda tras la crisis industrial es que ha sido capaz de resurgir, de revitalizarse y de recuperar el tiempo perdido. También va a ser capaz de salir del peor de los escenarios que pudiera producirse en cualquiera de las empresas.

- ¿Cree que la aparente apuesta del ministro de Industria, José Montilla, para volver a poner en marcha el Plan de Revitalización de la Margen Izquierda puede contribuir a minimizar las consecuencias de la eventual desaparición de empresas tan significadas como ésas?

- El único plan de revitalización que necesitamos en este momento es que se asegure el futuro de La Naval y de Babcock. Plantear un plan de revitalización después de la hipotética pérdida de 2.000 empleos directos y de la afección a otros 4.000 indirectos me parecería una tomadora de pelo.

- La recuperación económica es, a juicio de los experto, un hecho. ¿Existen elemenos que hagan peligrar la expansión en Euskadi?

- Hay dos tres espadas de Damocles para Vizcaya, como son la situación de la Naval y Babcock, la evolución de los precios del petróleo y, ligado a ello, la paridad entre el euro y el dólar. Excepto que ocurra algo anormal, nuestra previsión es que vamos a seguir con crecimientos destacados este y el próximo año y con mayores tasas que la media de Europa.

- La crisis que vive EA, su partido, ha afectado también a la Diputación con el relevo de Sabin Arana como responsable de Empleo. ¿Esa situación ha hecho aflorar las tensiones en la institución foral?

- No, en absoluto. El proceso se ha desarrollado con total normalidad. No he visto ningún detalle que demostrase lo contrario, ni por parte de los socios, ni del personal.

- Euskadi ha padecido varios casos de deslocalizaciones. ¿Existe riesgo de que se produzcan nueva huidas de empresas en Vizcaya?

- No me consta. En los últimos tiempos ninguna empresa se ha dirigido a nosotros para comunicarnos algo al respecto. Creo que en este momento la mayor parte de las empresas están apostando por buscar vías de competitividad a través de la innovación y a través de productos de mayor valor añadido.

- El actual contexto laboral es muy complicado a nivel internacional. En Alemania han sido varias la empresas que han logrado que sus trabajadores aumenten sus jornadas de trabajo sin cobrar más e, incluso, que acepten rebajarse los sueldos para evitar traslados o despidos. Ese mismo caso ya se ha producido en una empresa de Navarra. ¿Se corre el riesgo de que esa situación se generalice?. ¿Nos tendremos que habituar a que ésa se convierta en una práctica habitual?

- Yo sigo apostando por el Estado de Bienestar. Creo que nuestro reto, tanto en el sector público como en el privado, es buscar vías para mantener el Estado de Bienestar. Estas medidas de recortar sueldo o aumentar las horas de trabajo se producen por los movimientos de deslocalización; y eso me lleva a pensar en que inversiones y proyectos a largo plazo difícilmente pueden fijarse únicamente en variables como coste laborales. Además, Alemania es el país europeo en el que menos horas se trabajan debido a las fuertes reducciones de jornada laboral. Eso no sucede en España. No creo que la situación de Alemania se generalice.

Fuente: Tontxu Campos