Carlos Garaikoetxea Carlos Garaikoetxea no es el humilde servidor que se confiesa. Su abandono de los cargos públicos no le ha retirado de la política y su doble condición de primer lehendakari del Gobierno Vasco y fundador de EA confieren fundamento y valor a sus opiniones sobre las encrucijadas planteadas por la realidad vasca. Desde su despacho de Iruña analiza con precisión la ruptura de la coalición PNV/EA y expresa su rechazo al desenlace de la apuesta soberanista del tripartito. Aunque envuelta en guante de seda, aflora también su decepción por la reacción del lehendakari. “Nunca hubiera esperado—afirma—que secundara el cambio del rumbo del PNV”.

Pregunta.- La decisión de EA de no reeditar la coalición, ¿es una consecuencia lógica o un error político?

Respuesta.- Es la consecuencia lógica de la existencia de un partido que tiene su propio ideario y resoluciones congresuales claras al respecto. El hecho de que haya comparecido en coalición en dos autonómicas, en circunstancias que se juzgaron excepcionales, no quiere decir que no pueda retomar lo que es la conducta normal de un partido, que es comparecer con su propio proyecto. Me sorprende la sorpresa general causada.

P.- EA de Gipuzkoa considera que es un error político

R.- Todos no somos iguales, como helados de euro, pero la inmensa mayoría del partido no lo cree. En la última asamblea más del 90% de los intervinientes se decantó por concurrir en solitario. El pronunciamiento de la Ejecutiva de EA de Gipuzkoa es legítimo, aunque no muy oportuno una vez que se han pronunciado los órganos nacionales. Y en Gipuzkoa además las opiniones están muy repartidas, fifty fifty. Su dirección se ha pronunciado a veces con mayorías muy exiguas.

P.- EA acusa al PNV de involución política. ¿Tan descafeinada y vacua les parece la propuesta de Concierto Político de Urkullu?

R.- Es una iniciativa un tanto etérea, yo no sé lo que es. Lo digo sin acritud. Un Concierto económico es algo concreto, con figuras impositivas, números e índices; pero un Concierto Político, aparte de una etérea alusión a una especie de bilateralidad en los acuerdos…Sería bueno que se explicara más, aunque supondría la posibilidad de veto, en teoría en una doble dirección, pero ya sabemos que el pez gordo se come al pequeño.

P.-¿ Ha sido determinante para la ruptura el pacto presupuestario del PNV con el PSOE?

R.- No. Determinante es la cuestión de fondo, a la que ha coadyuvado que el PNV no haya secundado con la firmeza esperable las propias propuestas del lehendakari. La militancia no entiende muy bien que mientras que Ibarretxe era insultado y fustigado por sus iniciativas, se negociasen en Madrid, amistosamente, puestos en el CGPJ o los Presupuestos, como si nada hubiera pasado. Dio la penosa impresión de que se ignoraba todo lo que estaba cayendo sobre el Gobierno Vasco y el propio lehendakari. Por eso también sorprende ahora que Ibarretxe no acuse ese golpe y se vea obligado a secundar el giro evidente que se pone de manifiesto tras la suspensión de la consulta.

P.-¿ Y por qué Ibarretxe candidato ya no es garantía suficiente para EA?

R.- Vaya por delante mi afecto personal a Ibarretxe, con el que siento cierta resistencia a emplear el más leve tono critico. Que quede claro que no censuro a nadie porque mi voz es la de un humilde observador. El no es el problema, sino que hay dos posturas divergentes sobre el desenlace de estos 8 años de apuesta soberanista. Aquí se ha dado portazo a una propuesta de Estatuto y a una consulta sobre una hoja de ruta; y se habló de una reacción acorde con el palmetazo recibido, pero no ha habido tal. Incluso el recurso a instancias europeas está siendo prácticamente sostenido sólo por EA. Y mientras tanto aparece el señuelo de un Concierto Político que parece indicar una vez más un claro cambio de rumbo, pero EA no lo acepta; yo hubiera esperado que hubiéramos llegado hasta el final en la internacionalización del conflicto, en Estrasburgo, etc. Comprendo su situación, que es un dilema difícil cuando un partido evoluciona y tiene el principio sagrado de que el aparato manda, pero el PNV marca las líneas sobre las que tienen que actuar sus representantes y ahí está la opción del lehendakari de secundarlas o no. Otros hemos sido más rebeldes y así nos ha ido. Ese giro nunca lo hubiera esperado en Ibarretxe.

P.- La hoja de ruta del PNV, fijada en sus asambleas sigue siendo la misma. ¿O es que el PNV no es de fiar?

R.- Mientras el lehendakari y el Gobierno defendían a brazo partido unas determinadas tesis, preclaros representantes del PNV, como Bilbao y Azkuna, salían a la palestra afeando y proponiendo exactamente lo contrario. De manera que no es cuestión de fiar o no fiar, que es un término muy peyorativo; simplemente creo que hay una versatilidad muy notable en el PNV, sobre todo unas corrientes muy definidas y parece evidente que se impone la llamada, peyorativamente también, de los michelines. Y los cambios están ahí: el apoyo al PSOE en Madrid, convirtiéndose en el principal sostén del Gobierno, las nuevas propuestas del Gobierno…
P.-Ese discurso versátil o pendular del PNV, más soberanista o menos, no es de hoy. ¿Cómo es posible que ahora no se quiera volver a pactar con él mientras se le ha dado sustento en el tripartito, pese a sus vaivenes, desde 2001?

R.- Porque ha habido dos programas de gobierno en los que han prevalecido las tesis de EA, lo que ha dado en llamarse deriva soberanista. Los cambios en la línea reivindicativa del Gobierno Vasco no han sido producto de la casualidad. Otra cosa es el desenlace final de estos ocho años, que “ha desinflado” al mundo nacionalista. Porque, ¿qué queda ahora? El Concierto Político que nadie sabe lo que es.

P.- ¿En las negociaciones previas con el PNV no se concretó nada?

R.- No ha habido más propuesta que las lanzadas por los periódicos lanzaba el PNV a EA. Hubo una reunión muy breve, en la que apenas se entró en materia. Ha ocurrido lo que sucede en todas las elecciones. El PNV trata de lanzar el mensaje simpático de la unidad para ver si EA asume la postura antipática de un rechazo. Se invocan conceptos nobles, como el de la unidad, sin concretar ninguna propuesta. Ahí andan también IU y Aralar, mirando quién es el bueno y quién es el malo.

P.- El debilitamiento del nacionalismo y la coyuntura electoral, ¿no obligarían a PNV y EA a seguir unidos?

R.- En el debilitamiento electoral han influido aspectos muy coyunturales que repercutieron en el voto, como la polarización de las generales y el terrible asesinato de Isaías Carrasco. Y luego, ¿cómo se debilita o fortalece el mundo nacionalista? Las coaliciones no siempre suman; a veces, y tenemos experiencias, restan, porque hay sectores de un extremo y otro de un partido que nunca votarían al otro y viceversa. Por el contrario, el aparecer con dos opciones políticas diferenciadas, una de centroderecha y otra socialdemócrata y pacífica, puede ensanchar el ámbito del nacionalismo institucional.

P.- ¿Pero estamos en un momento menos crítico o excepcional que los afrontados en 2001 y 2005?

R.- En 2001 fue más descarado porque se configuró un bloque antinacionalista, formal y públicamente, pero aunque hoy también no es difícil de adivinar que eso puede producirse, ya he dicho antes que la diferente orientación al desenlace de las reivindicaciones soberanistas ha empujado a EA en la otra dirección.

P.- Tanto se ha identificado EA con las posiciones de Ibarretxe que, ¿no corre el riesgo ahora de que el electorado piense en él como el mejor depositario del voto útil necesario para frenar al PSE?

R.- El electorado va a juzgar sobre hechos objetivos y estos ocho años merecían otro desenlace.
P.- Ziarreta ha dicho que no sólo el marco estatutario está agotado, sino la relación entre Euskadi y España, ¿usted también lo cree?

R.- Lo que quiere decir Ziarreta es que esto no da más de sí. Ha habido un Estatuto que ni siquiera se ha querido discutir y no se ha permitido tampoco una consulta sobre una hoja de ruta, mintiendo al tacharla de referéndum de autodeterminación. Qué cabe esperar si estamos discutiendo aún competencias, como la Seguridad Social o el empleo, reflejadas con nitidez en el programa electoral del PSE del año 80. Qué cabe esperar de una negociación o de esas propuestas de ampliación del marco autonómico, que hace siempre el PSE en vísperas electorales.

P.- ¿Podría repetirse la misma fórmula de gobierno tripartido después de las elecciones?

R.- Depende, porque en política a veces hay que elegir la opción mejor y a veces la menos mala. Y, segundo, hay que negociar, claro, un programa. Desde luego, para repetir errores no, pero desde la experiencia se aprende y la esperanza es lo último que se pierde.

P.- La decisión de EA parece reforzar las posiciones del PSE. ¿Admitiría con la mayor naturalidad del mundo, a Patxi López como lehendakari?

R.- Si lo elige la gente ¡cómo no!. Otra cosa es la desolación que pudiera cundir en determinados sectores, conocido el comportamiento de los socialistas cuando han tenido oportunidad de gobernar, porque estamos hablando en Navarra, donde la madre de todas las corrupciones y los escándalos y fracasos en la gobernación de los socialistas no invita a ser muy optimista ni a creer mucho en sus promesas. Por cierto, se habla mucho de la necesidad de cambio, pero eso dicen quienes llevan gobernando otros tantos años en Andalucia, donde también se han dado todos los escándalos y corruptelas imaginables. Aquí parece que a la gente se le toma por tonta, con esas promesas en vísperas electorales.

P.- Una cosa no quita la otra y EA siempre ha estado comprometida con la ética y la regeneración democrática. ¿Un cambio de gobierno que acabe con los vicios perpetuados a lo largo de 25 años no sería incluso deseable, aunque sólo fuera desde ese punto de vista?

R.- Sí, pero por notables que fuesen, la diferencia con lo ocurrido en las comunidades gobernadas por el PSOE y el PP es abismal. Aquí ha habido gobiernos de coalición en los que el pluralismo ha sido garantía de un marcaje mutuo y ese factor saludable que usted invoca. Y en casa EA no se ha callado, como en el caso de las tragaperras, cuando han surgido corruptelas. E insisto: cuidado con los remedios, que pueden ser peores que la enfermedad, porque si la expectativa es que sean los regeneradores democráticos los que han sido la madre de todas las corrupciones.

P.- Suspendida la consulta, ¿cómo se articula esa propuesta de confrontación democrática con el Estado a la que, según EA, el PNV ha renunciado? ¿Cómo se fuerza al Estado a aceptar el derecho a decidir?

R.- Eso va a depender de la contundencia de una mayoría capaz de poner de manifiesto ante el Estado y los foros internacionales que una mayoría democrática puede estar siendo aplastada y desoída. En un país con solera democrática eso acaba teniendo efectos devastadores para quien se empeña en desoír mayorías democráticas. ¿Por qué en Canadá el Supremo dice, que aunque la legislación no lo prevea, el principio democrático exige que se atienda a una mayoría claramente democrática? ¿Por qué en Escocia es posible? Porque hay una solera democrática. Si en un estado de tradición jacobina por añadidura como España todavía no hay tal solera democrática…esperemos que se vaya forjando.

P.- ¿Y cómo se camina hacia esa mayoría independentista mientras la izquierda abertzale radical no se desmarca de ETA?

R.- Pues ganando elecciones y ampliando la base. No es fácil, porque EA ya ha dicho claramente que de la misma manera que le gustaría configurar una mayoría abertzale suficientemente rotunda como para que una política pacífica y democrática hiciera realmente escandaloso que se atendieran sus planteamientos, también ha dicho con igual o mayor rotundidad que jamás vinculará esa posible unidad de acción o cualquier atisbo de violencia o vulneración de derechos humanos.

P.- ¿Le sorprendió la rápida la reacción y la oferta de la izquierda abertzale a EA, comprometiéndose a un trabajo común “si hay voluntad sincera de superar el tope constitucional”?

R.- La respuesta también tenía sus puntaditas, pero me alegro de que, por una vez en la vida, no sea la típica reacción desabrida, porque ya saben cuáles son nuestras posiciones: aparcamiento absoluto de cualquier estrategia con connotaciones violentas. En su oferta se hablaba de un futuro, no próximo sino a medio y largo plazo, que yo creo que si se pudiera materializar en las condiciones que decimos, garantía de los derechos humanos y no violencia, sería bueno para todos, no sólo para EA y la izquierda radical abertzale. Si se materializa esa alianza tiene que ser en base a un clima cómodo.

P.- ¿Le consta la existencia de contactos entre gente de EA, Batasuna y los sindicatos abertzales? Se ha hablado de Otegi, Elorrieta, Rafa Díez e Intxaurraga.

R.- Sé que algunos de los que usted cita han tenido contactos , pero no creo que sea posible que se fragüe algo antes de las elecciones. Después, sería un noble intento que persistieran esos esfuerzos por ver si se puede reconducir el panorama de este país a una unidad de acción pacífica y democrática, al que pueda sumarse en el futuro todo un mundo abertzale que todavía no asume esos principios.

Fuente: El Mundo