En el Pleno que tuvo lugar ayer en Donostia, salió adelante la división de la ciudad en cuatro distritos con los votos de la oposición en bloque (PNV, PP y PSE).

Desde Eusko Alkartasuna siempre hemos defendido los barrios como forma de organización de la ciudad, al igual que la participación real y directa de los y las donostiarras en las políticas que les afectan en el día a día. Vemos perplejos esta propuesta que divide Donostia en distritos de una manera antinatural y que de ninguna manera acerca la administración al ciudadano.

El debate de los distritos no es un debate nuevo en el consistorio donostiarra. Cabe recordar que el Partido Popular lleva años reclamando los distritos para Donostia y es el PSE-EE quien tras muchos años en la alcaldía no los puso en marcha. Y no lo hizo, pese a haber tenido varias oportunidades para hacerlo, pues fue una cuestión que se llevó a debate en distintos momentos de la legislatura pasada. Si el foco se coloca sobre la participación ciudadana, a Eusko Alkartasuna no le gusta la propuesta ni antes ni ahora; al igual que entonces seguimos defendiendo otro modelo territorial para Donostia, que no rompa con los espacios de convivencia naturales. Los distritos que pretenden crear PNV, PP, y PSE-EE no tienen en cuenta las necesidades reales de los barrios; además, hay que indicar que ya existe un modelo de participación en marcha, modelo que escucha a la ciudadanía y que trabaja con ella -no se puede obviar la incoherencia de la oposición que, por un lado, dicen desear fomento de la participación mediante el modelo de distritos, mientras, por otro, niegan la palabra a respresentantes de las asociaciones de vecinos, tal y como ocurrió en el Pleno-.

A día de hoy las cosas parecen haber cambiado al sumarse el PNV -pese a que al principio se mostró en contra de la propuesta de distritos y la enmendase a la totalidad- a la propuesta conjunta del PSE-EE y PP de dividir Donostia en 4 distritos de una forma, como ya se ha citado, antinatural. Por citar un único ejemplo sobre la composición de uno de esos distritos, desde una perspectiva ciudadana, es completamente incomprensible que se unan barrios como Parte Zaharra, Centro, Amara, Loiola y Martutene en una misma entidad.

Y decimos que es incomprensible desde una visión ciudadana, porque las mismas asociaciones de vecinos han manifestado su oposición a este asunto y han solicitado públicamente a PNV, PP, y PSE-EE que retiren su propuesta. Las asociaciones dejan claro que la oposición no ha tenido en cuenta a la ciudadanía, que ha existido una falta de debate, que se ha producido un proceso democrático inverso -es decir, democracia vertical de arriba a abajo-, y han demostrado lo lejos que se encuentran los grupos políticos de la oposición de la realidad de la ciudad.

Los distritos sólo traerán más burocracia. Se creará un nuevo agente entre la ciudadanía y la administración. Y es que, en base a la ley, cada distrito contará con un concejal como presidente y otro como vicepresidente. Y serán los partidos políticos quienes designen a los vocales, según los resultados electorales, por lo que la ciudadanía no tendrá más poder, ni más opciones para la participación. La propuesta de establecer distritos en la ciudad no tiene ni pies ni cabeza.

Además, cabe destacar que lo que en su día aprobó el Pleno Municipal fue que se creara una comisión para tratar únicamente el Distrito de Altza, una zona que por historia y personalidad debe buscar sus formulas naturales de descentralización, mientras que para el resto de Donostia se debe de trabajar y se está trabajando en un modelo que acerque el Consistorio al donostiarra, con diferentes procesos de participación ya en marcha y no mediante este modelo de distritos.

Tenemos que seguir trabajando en dar una solución a las necesidades de la ciudadanía. Creemos de forma firme que la descentralización administrativa puede y tiene que dar sus frutos y que hay que dar cabida a las propuestas de los ciudadanos y ciudadanas donostiarras, garantizando su participación real en las decisiones. El camino es largo y el hecho de ir implantando una cultura de la participación no es tarea sencilla, pero es un camino que se está haciendo. Quienes han cambiado de opinión en estos últimos años deberán de dar sus razones de por qué lo han hecho y las explicaciones deberán ser atendidas por la ciudadanía, que es a la que afectan estas decisiones.