Sabin Intxaurraga. Consejero de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente del Gobierno Vasco

El 26 de agosto, una delegación del Gobierno Vasco está presente en la apertura oficial de la Cumbre de la Tierra sobre Desarrollo Sostenible. Estamos allí, en Johannesburgo, representando a un pequeño país que quiere tener voz en los asuntos de nuestra casa, de nuestro planeta. Somos conscientes de que somos pequeños – sobre todo en contextos como el de una Cumbre Mundial – pero queremos llevar nuestra voz y nuestros compromisos en defensa del desarrollo sostenible.

Hemos hecho parte de los deberes

Los vascos vamos a Johannesburgo con parte de las tareas hechas. En esta cumbre se va a analizar el cumplimiento de los compromisos adquiridos hace diez años en otra cumbre similar en Río de Janeiro y es en este sentido en el que podemos decir que, como otros muchos países europeos, hemos hecho parte de nuestros deberes.

El encargo principal que surgió en Río para las administraciones públicas fue la incorporación de los principios del desarrollo sostenible a sus políticas públicas. En Río, hace diez años, se cuestionó definitivamente el concepto mismo de desarrollo condicionándolo, como mínimo, a la supervivencia futura del planeta. Y de ahí surge el compromiso, adoptado también por la Unión Europea, de que cada país elaborase – y comenzara a aplicarla- su propia estrategia de desarrollo sostenible.

La CAPV asume el compromiso al aprobar el Parlamento Vasco en 1998 la Ley General de Protección del Medio Ambiente, inspirada en los principios de la sostenibilidad y que incluye la obligación del gobierno de elaborar un Programa Marco Ambiental cada cuatro años. Viene después, en enero del 2001, el ´Compromiso por la Sostenibilidad del País Vasco´, liderado por el propio lehendakari Ibarretxe, que recoge la decisión firme de avanzar hacia un modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad.

Políticas como las de la Renta Básica, planes sectoriales económicos que buscan la ecoeficiencia y el enfoque integral, políticas de cohesión social, son ejemplos de cómo los principios del desarrollo sostenible – que además del medioambiental tiene otras dos vertientes fundamentales, la económica y la social – inspiran y vertebran la acción política del Gobierno Vasco y sus presupuestos.

Y recientemente hemos culminado ese proceso de impregnar a la administración pública vasca con los principios de la sostenibilidad aprobando, tras un importante proceso de participación social y sobre la base de un completo diagnóstico de nuestra situación ambiental, la Estrategia Ambiental Vasca de Desarrollo Sostenible (2002-2020).

Es éste un programa de acción muy concreto y claro. Nos hemos comprometido como país un conjunto de metas y objetivos concretados en más de ciento cincuenta compromisos. Y para asegurar que no nos queremos desviar de la vía del desarrollo sostenible nos hemos dotado además de un completo y transparente sistema de control y vigilancia de estos compromisos y objetivos. Cuando presentamos la Estrategia en Bruselas recibió una muy alta valoración por parte de las autoridades medio ambientales comunitarias.

Tenemos nuestra ley, hicimos el diagnóstico de nuestra estado ambiental, aprobamos nuestra estrategia para mejorarlo y tenemos nuestros sistemas de control. Ahora debemos aplicarlo.

Todos, la administración, las empresas y cada ciudadano/a.

El Gobierno vasco, cuando aprobó el pasado mes de junio su Estrategia de Desarrollo Sostenible culminó su proceso de integrar la sostenibilidad en sus políticas y esto quiere decir que se han sentado las bases para que en adelante el desarrollo en la CAPV – eso que hasta ahora, erróneamente, se ha venido midiendo sólo por el incremento del PIB – no sea un desideratum absoluto sino que debe conjugarse con la sostenibilidad. Es decir, hablaremos de crecimiento sostenible, cualitativo y cohesionado.

Es en este sentido en el que decimos que hemos hecho parte de nuestros deberes de Río. (Algo que, por ejemplo, el gobierno español no puede decir. Quizás ésta sea la razón por la que el omnipresente y autocomplaciente Aznar no se atreva a acercarse a Johannesburgo).

Los compromisos incumplidos

Pero en Río, además de marcar las pautas para la gobernanza pública, también se aprobaron otros compromisos y declaraciones que pretendían corregir las macrodesviaciones que el desarrollismo de los países ricos ocasionaba a los países del tercer mundo y al propio planeta como ecosistema. Compromisos que se recogieron en la Agenda 21, los convenios sobre la Biodiversidad y el Cambio Climático – del que se origina el Protocolo de Kyoto – , son ejemplos de buenas palabras y de compromisos incumplidos. Y no pensemos que por tratarse de temas planetarios son problema de otros. No. La Tierra, nuestro planeta, nuestra casa, está enferma y muchos de sus habitantes, de nuestros vecinos, viven en unas condiciones injustas, muy injustas si tenemos en cuenta que otros vecinos vivimos a costa de los recursos naturales de un planeta que es de todos. La especie humana en su actual estadio de civilización, guiada por un afán de conseguir unas mayores cotas de riqueza y de bienestar inmediatos, viene explotando el capital natural, los recursos del planeta, como si estos fueran ilimitados.

¿Se atreve alguien a decir que las lluvias que han destrozado estos días tanto bienestar en la Europa central no son fruto del cambio climático que provocamos con nuestro derroche energético?. Ante los cotidianos y tan cercanos dramas y tragedias de la inmigración, ¿se atreve alguien a decir que nuestra sociedad respeta los derechos humanos de todos?. Ante la constante explotación de minas y deforestación de selvas enteras con la consiguiente pérdida de biodiversidad, ¿se atreve alguien a decir que cuidamos nuestra casa?. ¿Piensa alguien que el desarrollo tecnológico y la consiguiente globalización han sido positivos para todo el mundo?.

En Johannesburgo vamos a pasar vergüenza cuando la mitad del mundo nos haga ver a la otra mitad del mundo que la pobreza, el hambre, la falta de agua, la explotación, la falta de salud y educación siguen igual, sino peor, que lo estaban hace diez años cuando todos los países del mundo se reunieron en Rio, convocados por la ONU.

Tarea de todos, de cada uno/a y del Gobierno

Tenemos que actuar. En Río y su contexto se acuñó la afortunada expresión de ´pensar en global, actuar en local´. Y lo debemos hacer, lo vamos a hacer, a nuestra escala porque si algo está claro en materia medioambiental es que somos cada uno de nosotros/as quienes podemos reconducir este modelo de desarrollo y es la suma de actuaciones individuales la que empieza a cambiar nuestro ´modelo de despilfarro´.

Como Gobierno, vamos a asumir la responsabilidad que nos toca.
Por una parte, reivindicamos nuestro derecho a acordar junto con el resto de los pueblos del mundo cuál es la medida del problema y de sus soluciones. Queremos, junto con los demás pueblos, ser partícipes de los procesos de reflexión y acuerdos políticos que se adopten en Johannesburgo, aunque también allí la representación oficial corresponda a los estados, únicos interlocutores reconocidos ante la ONU.

En la CAPV somos competentes en materia de política ambiental y vamos a usar nuestro autogobierno para tomar parte en una nueva organización mundial que verá la luz en Johannesburgo, en el contexto de la cumbre mundial que organiza la ONU. Como decía antes, somos un país pequeño y creemos que la mejor aportación medioambiental se hace desde la dimensión individual y de pequeña escala. Por ello, durante los últimos meses estamos impulsando la creación de una red mundial de gobiernos nacionales y regionales con competencias en materia ambiental para trabajar juntos en fomento de la sostenibilidad, tanto a escala de país como de planeta.

Como Gobierno, queremos participar también a escala planetaria. Primero, cumpliendo nuestro compromiso de cooperación con el 0,7% de nuestro PIB a favor del equilibrio y cohesión con los países en vías de desarrollo. Defenderemos también la creación urgente de un organismo internacional que vele por el cumplimiento de los compromisos internacionalmente adoptados. Ya ha llegado la hora de que también en materia de desarrollo sostenible – defensa de nuestra naturaleza actual y futura basada en la solidaridad intergeneracional e internacional – exista un organismo internacional, igual que existe para el comercio, el trabajo o la salud. Así podrá evitarse el principal déficit de la cumbre de Río, buenas palabras y compromisos que no se cumplen. Apoyaremos en Johannesburgo – y en el futuro a través de la nueva organización que impulsamos – todo lo que se proponga en la línea de comprometernos solidariamente con el equilibrio y cohesión de toda la sociedad del planeta. Y trabajaremos en nuestro país para que nuestro desarrollo de hoy sea justo con toda la sociedad y con nuestro medio ambiente, con el de hoy y con el de mañana.

Al fin y al cabo, eso tan sencillo es el desarrollo sostenible.

Fuente: Sabin Intxaurraga