Gorka Knörr, Secretario General de Eusko Alkartasuna

El señor Marcelino Oreja Arburúa, europarlamentario del PP, escribe (EL CORREO, 19 de Enero) un comentario acerca de aspectos relacionados con la política regional en la Unión Europea, al hilo de la discusión, y aprobación en el Pleno de Estrasburgo del pasado martes 14 de Enero, del llamado Informe Napolitano.

Antes de nada, hay que aclararle al señor Oreja una cuestión de puro sentido democrático; es absolutamente legítimo, desde el punto de vista político, defender nuestro proyecto de Euskadi en Europa, de la misma manera que lo es el de nuestros compañeros escoceses del Scottish National Party, cuyo lema es ´Independence in Europe´. Cuestión diferente es cómo gestionar las aspiraciones de regiones europeas, y por extensión de lo que el informe Lamassoure denominaba ´colectividades territoriales´, desde la pluralidad de sus caracteres y aspiraciones -regiones administrativas, regiones con capacidad legislativa, länder, regiones como Flandes y Walonia (que de regiones al uso español tienen bien poco), naciones sin Estado como Euskadi, Galicia, Cataluña…-. Porque mientras no tengamos otro estatus nacional, queremos seguir defendiendo nuestros intereses a escala europea.

La Declaración de Laeken daba paso al llamado debate ´regional´, que también aparece dentro de las llamadas 56 preguntas de Laeken. Pero es un debate en el que el señor Oreja opta por vestirse plumas ajenas; digo esto porque aún reconociendo que desde su propia formación europea ha habido parlamentarios comprometidos con la defensa de los aspectos regionales, no es menos cierto que los avances más señalados en esta materia se han debido en gran parte a la insistencia de algunos parlamentarios de diversas tendencias, fieles a sus orígenes y concienciados de la importancia del papel de las colectividades territoriales, pero sobre todo porque ha habido grupos políticos que hemos insistido en mantener este tema en la agenda europea. Este es el caso de la Alianza Libre Europea, a la que pertenece Eusko Alkartasuna.

Ustedes, señor Oreja, dicho sea con todos los respetos, si han estado en el debate regional, lo ha sido para recortar propuestas. Ya lo dijo cual libro abierto, en una conferencia pública en Vitoria-Gasteiz, el expresidente del Parlamento Europeo y europarlamentario del PP D. José María Gil-Robles: ´yo he sido encargado por mi partido de peinar (sic) el aspecto regional de todos los informes europeos´. Más claro agua. Y la verdad es que se han aplicado. Cuando Alain Lamassoure, vasco de Iparralde y europarlamentario del PPE, en su informe sobre la división de competencias de la UE, propuso el status de región asociada a la Unión, ustedes se aplicaron a tumbar tal propósito. Y todo acabó en un arreglo para retomar el asunto en un nuevo informe, el informe Napolitano, que es el que usted alude en su artículo.

Es innegable que ese informe representa avances en el tratamiento de la problemática de los entes territoriales en Europa. Faltaría más; pero hubiera sido un avance real si ustedes, en lugar de torpedearlo, con la ayuda de los socialistas, hubieran apoyado la facultad de recurso de las regiones al Tribunal Europeo (redacción primitiva del Artículo 8), o hubieran apostado por la facultad de las regiones para poder transponer o adaptar la legislación comunitaria (ídem, Artículo 2).

Pero no; perdieron en Comisión, encendieron todas las alarmas, y se han dedicado, con la eficaz ayuda de los socialistas españoles, a convencer a tirios y a troyanos, del gran peligro que suponía dar a los pueblos europeos verdadera carta de naturaleza. Porque claro, aquí todo el mundo se llena la boca hablando de Derechos Fundamentales y de que los ciudadanos y ciudadanas de Europa deben tener la posibilidad de acudir a la Corte Europea de Justicia, pero después resulta que si una Comunidad Autónoma, un lander, una región belga, etc.., considera vulneradas sus competencias o afectados sus derechos, debe pasar por la ventanilla del Estado de turno. Claro, en el caso de aquellos que tienen un mecanismo constitucional bastante generoso a este respecto -Alemania, Bélgica, Austria, por ejemplo-, hasta lo pueden llegar a pasar; pero en aquellos casos, como es el nuestro, en el que ustedes se arrogan en exclusiva la representación y no dejan sentarse a nadie a la mesa de discusión, pretenden seguir aplicando aquella frase del ínclito Jose Maria de Areilza (hijo): ´el gobierno central está acostumbrado a sacarle las castañas del fuego a cada una de las autonomías y defiende con eficacia desde el plátano hasta la fiscalidad vasca´. Y si creemos que no es así? Y si creemos que, además de no ser así, nos sale muy cara su ´generosidad´?

Hay una obsesión verdaderamente enfermiza por parte del PP español para eliminar de todos los textos europeos cualquier referencia a autoridades que no sean los Estados, sea cual sea la materia de que se trate. Esta obsesión ha sido notoria en todos los debates de los últimos tiempos, y ya se ha hecho familiar la imagen de los funcionarios españoles de turno alzando la mano para sustituir, donde dice ´las autoridades competentes…´ por ´los Estados miembros…´. Gran esfuerzo europeo.

Este comportamiento llegó al paroxismo cuando el señor Méndez de Vigo (PP) coló una enmienda al informe Napolitano, para sustituir ´Estados, pueblos y ciudadanos de Europa´, por ´Estados y ciudadanos de Europa…´, argumentando que había que acabar con ese concepto tan peligroso para la conformación europea como es el de ´pueblo´. Alguien le dijo entonces: ´pero ustedes se llaman en Europa European People´s Party; es que acaso se van a llamar ahora European Citizen´s Party?´

Por último, señor Oreja, no se puede decir, sin faltar a la verdad, que votar en contra de ese informe es estar contra la construcción europea. Es un planteamiento de verdad absoluta, de conmigo o contra mí, que resulta falsario. Nada menos que 32 diputados y diputadas del PPE – Atkins, Balfe, Beazley, Evans, Helmer, Provan, Van Orden…- votaron en contra. Y también se abstuvieron otros 9. Estos 41 escaños de su propio grupo merecen acaso alguna de las descalificaciones que usted hace al nacionalismo vasco? No, claro que no, pero como para hacer campaña contra el nacionalismo vasco todo vale, pues se cometen errores de bulto como éste.

Mientras tanto, nosotros seguiremos nuestra línea de siempre, europeísta, que ya lo era antes del 36, y lo fue durante la larga dictadura franquista. Aquel tiempo, como recordaba recientemente Gregorio Morán, de ´la lucha por la democracia en los Bulevares donostiarras, junto a los tamarindos, cuando paseaban los Orejas, a la sazón sin escolta´, mientras otros padecíamos la dura represión, entre otras cosas por aspirar un día a estar en la Europa comunitaria. Y algunos seguiremos soñando y luchando, democráticamente, porque nuestro País Vasco sea también un país en pié de igualdad con todos los demás que así lo quieran en la Unión Europea.

Fuente: Gorka Knörr