Opinión de Jabier Estébanez ‘Gorri’, coordinador de EA de Donostia

Hoy 13 de noviembre se cumplen 5 meses desde que el PSE-EE, liderado en Donostia por Ernesto Gasco, entregaba sus votos en favor de la investidura del nuevo alcalde, Eneko Goia. Estos 5 meses han sido suficientes para darnos cuenta de la bicefalia de este nuevo Gobierno Municipal, y que las propuestas del alcalde jeltzale no salen adelante a no ser de tener la aprobación de su socio Ernesto Gasco. Un ejemplo de ello fue la polémica con la comitiva de la Salve.

En la pasada legislatura, con el Ayuntamiento dirigido por el Ejecutivo de Juan Karlos Izagirre, la oposición exigía con férreo hábito el cumplimiento de sus propuestas aprobadas en el Pleno. Era aquella oposición que lo mismo votaba en bloque en contra de propuestas serias y razonables –como situar la nueva estación de autobuses en Riberas de Loiola o que la Paloma de la Paz de Nestor Basterretxea volviera a ver el mar-, al tiempo que se posicionaba a favor de propuestas que no tenía ni pies ni cabeza –como el reglamento sobre distritos-, pero que servían para dar la imagen de que derrotaban al Gobierno Municipal.

Ha llegado el día, con un nuevo Gobierno en Donostia, que de los distritos aprobados por PNV y PSE-EE no sabemos nada, al igual que no sabemos de otras muchas. De las propuesta que sí sabemos algo son las que ha promovido el PSE-EE y con las que el PNV ha tragado, pese a haber estado históricamente en contra –ocurre, por ejemplo, con la pasarela del Mompás-. Son paradojas políticas de aquellos que cuando están en la oposición y en el Gobierno piensan distinto.

Ocurre lo mismo con las tasas y los impuestos. Si bien en la legislatura pasada era normal que los partidos que ocupaban la oposición pidieran su congelación o su disminución, hoy, mientras gobiernan han decido subir las tasas como las de saneamiento o la recogida basuras un 5% (¿Hay que pagar la incineradora?). Es curioso y poco coherente apoyar la disminución en 2014 y aumentos de hasta el 5% en 2015.

También es el caso del Impuesto de Circulación. La oposición aprobó el pasado ejercicio una disminución del 4% y, ahora, con el PNV y el PSE-EE en el Gobierno, proponen un aumento del 1%. Esto solo nos lleva a una lógica: algunos hicieron una política electoralista y pensando, no en los y las donostiarras, sino en desgastar y ahogar al anterior Gobierno Municipal, un fin únicamente partidista. Es decir, la lógica de la oposición era que el Ejecutivo de Izagirre no tuviese dinero, perjudicando de esta manera a todos los donostiarras. Ahora que deben regir la ciudad, por su puesto, enmiendan la plana.

Las diferencias a la hora de dirigir el Consistorio también se han notado, sobre todo, a la hora llevar a cabo políticas de participación ciudadana. ¿Cuál ha sido el mayor logro de los integrantes de este pacto anti-natura entre abertzales-conservadores y estatales-progresistas? ¿Traer a Juan Carlos de Borbón a los Toros? ¿Eliminar la cúpula del Bellas Artes? ¿O, invertir una gran cantidad de dinero en la retirada de las piedras de Ondarreta para que sigan floreciendo?

Si por algo se ha caracterizado Gipuzkoa y Donostia la última legislatura ha sido por hacer cero recortes en políticas sociales. Tras el cambio del Ejecutivo, el nuevo Gobierno ha sido incapaz de firmar el decálogo contra los desahucios, la pobreza y la desigualdad.

Vemos que el nuevo tiempo no es más que el retorno al pasado. Volver a épocas en los que se anunciaban a bombo y platillo y bajo fuegos artificiales proyectos que nunca se han ejecutado, mientras otros desde las instituciones somos los que hemos llevado la política a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Carlos I es el ejemplo de cómo, tras años de promesas del Ejecutivo socialista de Odón Elorza, al final fue Bildu quien hizo la mejora. Los mismos que han ejecutado la estación de autobuses tras más de 20 años de provisionalidad –aunque no fuese en el destino deseado-. Ahí están Tabakalera, la vega del Urumea… Resulta que los que tienen la ciudad parada son ahora el PNV y el PSE-EE.