‘La única salida es lograr una síntesis democrática de todas las posiciones’

CARLOS GARAIKOETXEA EX PRESIDENTE DE EUSKO ALKARTASUNA «La elocuencia del resultado electoral debería llevar al PP y EH a reconsiderar sus actitudes para abrir un proceso de paz», sostiene el ex lehendakari «Los principios básicos de Lizarra me parecen insoslayables para un pacto, se llame como se llame»   SOBERANÍA. Carlos Garaikoetxea apuesta por una consulta sobre la autodeterminación. Carlos Garaikoetxea está relajado, sonriente y en plena forma. Aunque retirado por voluntad propia del primer plano de la vida política, sigue siendo un referente incuestionable en la toma de decisiones de Eusko Alkartasuna. El ex presidente de EA, quien por primera vez renunció a presentarse a las elecciones del 13 de mayo, consume horas y horas en un modesto despacho de la histórica sede de su partido en la plaza del Castillo, en Pamplona, desde donde se esfuerza en buscar caminos de esperanza a la compleja situación de Euskadi. -Cuarenta días después de las elecciones, el clima político se ha destensado y los partidos intentan acomodarse al nuevo mapa surgido de las urnas. ¿Percibe indicios que inviten al optimismo sobre una eventual salida al « problema vasco »? -El clima aún se tiene que sosegar mucho más. Necesitamos unos meses para recobrar un ambiente que permita abrir una etapa de diálogo entre los partidos. Especialmente, para que quienes más se han equivocado emprendan un giro de 180 grados. Los indicios en ese sentido son inexistentes en unos casos, muy tímidos en otros y, en algunos, desalentadores. Es desalentador lo que nos llega del mundo del MLNV. El PSE ha empezado a mostrar una cierta evolución, a tenor de las declaraciones de algunos dirigentes, aunque se equivoca cuando pretende poco menos que empuñar el timón de este país después de lo que han dictaminado las urnas. En el PP, empezando por el presidente Aznar, las posiciones son, sencillamente, impresentables, porque no denotan el menor aprendizaje de lo que ha sucedido. Pese a todo, conservo una cierta esperanza en que esas actitudes obedezcan al escaso tiempo transcurrido, a que es improbable un acto de contricción y propósito de la enmienda el día después de cometer el pecado. -¿Qué uso debería hacer, a su juicio, el nacionalismo del amplísimo apoyo obtenido en las urnas? -El conflicto político que nos envuelve no tiene más que una salida: encontrar una síntesis democrática de las diferentes posiciones existentes en el escenario político vasco. Formulado de forma muy genérica, eso es lo que debe intentar quien dirige este país. Ahora: lo que no tiene lógica es que, a la hora de buscar esa síntesis, los perdedores de unas elecciones pretendan marcar el camino a quienes las han ganado. Otra cosa es que haya posiciones que, aunque minoritarias, no son nada irrelevantes y con las que hay que contar al buscar una solución. -La paz es el gran reto de la legislatura. Hoy por hoy, parece un sueño más que un objetivo alcanzable a cuatro años vista. -Dentro de seis meses estaremos capacitados para decir si se dan o no las condiciones para afrontar con garantías ese reto. Ése es el periodo en el que, si se va a operar algún movimiento político de fondo en quienes se hallan en los dos polos del conflicto, debería percibirse. La elocuencia de las elecciones debería aproximar a ambos extremos a una reconsideración de sus actitudes; en definitiva, a una negociación que conduzca a la normalidad política. -Se refiere al PP y a EH. -Claro. Es que si en el mundo de EH, después de lo que le ha sucedido el 13 de mayo, no se produce un giro en su trayectoria, no sé qué tiene que caer para que lo haga. En cuanto al PP, la operación de acoso y derribo contra el Gobierno vasco se le ha convertido en un « boomerang ». -El proceso Batasuna no se ha traducido en ese giro que reclama. -En efecto. Pero yo creo que ése era un tren en marcha que tenía ya una estación término preestablecida. No es descartable una crisis dentro de ese mundo. Quien vea lo que pasa hoy con Abertzaleen Batasuna o en Aralar, que supongo que es el exponente de algo mucho más amplio, tiene que extraer la conclusión, o la esperanza, de que ahí acabará por haber una crisis en el mejor y más positivo sentido del término. -La paz es una obsesión insatisfecha desde hace décadas. ¿Qué instrumentos no utilizados, qué vías no exploradas, debería ensayar a su juicio el nuevo Gobierno vasco? -Aunque parezca una simplificación, hay que llegar a unas negociaciones en las que participen todos los que representan algo en este país. La soberanía y la territorialidad constituirían el binomio en discusión. La territorialidad es el problema más enconado, pero, a la vez, el de más fácil solución. Una fórmula conciliadora de tipo federativo entre Navarra y la comunidad autónoma vasca, por ejemplo, es perfectamente posible y no tendría por qué conmover los cimientos desde una visión de Estado. La soberanía también permite salidas negociadas en las que la gradualidad, los calendarios, los periodos de sosiego político y de paz, son elementos esenciales a la hora de buscar una vía de concordia. La solución y el procedimiento existen. Lo que hace falta es que se den las condiciones para abrir ese diálogo desde el respeto mutuo y la no exclusión de nadie. -Está planteando un escenario similar al que precedió a Lizarra. -Lo que pasa es que hoy tenemos que ser todos mucho más cautelosos, después del linchamiento político que sufrimos quienes hace tres años creímos, bienintencionadamente, que estábamos prestando un servicio inconmensurable a nuestra sociedad. Aunque sea muy duro decirlo, tengo la impresión de que el Gobierno Aznar, el PP y el PSE han preferido la persistencia de un conflicto cruento, con todo lo que tiene de doloroso, antes que una confrontación en términos estrictamente políticos, pero en la que el nacionalismo podía aparecer unido y mayoritario en las instituciones una vez superado el problema de la violencia que le separa. -La solución que usted dibuja tropieza con serias dificultades hoy por hoy. La autodeterminación es una montaña que separa a nacionalistas y no nacionalistas y que parece difícil de superar. -Separa a nacionalistas de un signo y de otro. Con todos los respetos para quien opine de otra manera, esto no tiene otra salida. Además, es perfectamente democrático. En un país con solera democrática, ése no sería un problema insalvable. -¿Qué pasos en esa dirección debería dar el nuevo Gobierno vasco? -En el compromiso electoral de la coalición PNV-EA, hablamos de impulsar una solución negociada de acuerdo con las respectivas propuestas que cada uno de los partidos ha planteado a la sociedad vasca. Eusko Alkartasuna propugna en sus estatutos la autodeterminación. El programa electoral recoge ese objetivo. Pero también hablamos de fórmulas alternativas que pueden incorporar ese principio de una manera digerible para quienes son incapaces de digerirlo. Si hay voluntad de negociación, es posible hallar cauces. ¿Podemos hacerlo en cuatro años? Deberíamos hacerlo en cuatro años. -¿Incluida una consulta popular? -Ése sería nuestro deseo. Incluso, se puede hacer por etapas: preguntando previamente al pueblo si cree que hay que recurrir a ese procedimiento. Hagamos la prueba. Nosotros no queremos un trágala para nadie. Aquí, el único trágala es de quien impide que se recurra a una fórmula tan democrática como consultar al pueblo. -Lizarra demostró que una soberanía en los términos que plantean el PNV y EA no sacia las exigencias de ETA, que exige unos ritmos y propugna una meta distintos a los de ambos partidos. La banda acaba de anunciar que seguirá matando mientras no sea asumido su modelo y ustedes no utilicen en esa dirección sus 600.000 votos. ¿Ve motivos para la esperanza? -No a corto plazo. Pero confío en que las cosas cambien y que en ese mundo se produzca una reflexión. Nosotros actuamos por convicciones, no por lo que piense ETA. No necesitamos estímulos de ETA para defender nada. Lo que no se puede pretender, como se ha intentado arteramente, es que abandonemos nuestras ideas bajo el sofisma de que, si algunos objetivos políticos coincidían con los del MLNV, éramos cómplices de las aberraciones del MLNV. Ésa ha sido una de las malas artes más escandalosas utilizadas en los últimos tiempos, en la que incluso ha caído algún nacionalista. -Ibarretxe da por superados los pactos de Ajuria Enea y de Lizarra. ¿Qué principios debería incorporar el acuerdo sobre el que se asiente un eventual camino hacia la paz? -Ibarretxe hace bien al procurar que los intentos de impulsar un nuevo proceso no tengan el lastre del pasado y de la demonización que determinados términos han padecido. Pero algunos de los principios que defendimos en esta etapa esperanzadora que iniciamos en Lizarra me parecen insoslayables, se les llame como se les llame: el reconocimiento del pluralismo político existente en el país, la no exclusión, la no violencia, el diálogo y la negociación, el respeto al veredicto de la mayoría de la sociedad vasca sobre su futuro… Empecemos a discutir qué sobra o qué falta en esa relación. El problema es que para algunos es mucho más cómodo aferrarse al statu quo, proclamar la intangibilidad del marco jurídico, que aventurarse a consultar a un pueblo si quiere ir por otro camino.

Fuente: Eusko Alkartasuna