Iztueta considera que la existencia de mil docentes sin perfil lingüístico es un asunto que «está por encima» del sistema de enseñanza y que «debe solucionarlo este país» Anjeles Iztueta está convencida
de que para ser docente en esta comunidad autónoma «hay que ser
bilingüe». Por ello, pretende buscar una salida «digna»
a los cerca de mil profesores de la red pública que, «por muchísimas
razones», no han logrado euskaldunizarse. En su opinión, las soluciones
pueden pasar por las prejubilaciones y por el encaje de estos profesionales
en servicios sociales o en otras áreas de la Administración pública.
-Educación ha cerrado
las oposiciones del próximo año y no ha recibido el apoyo de ningún
sindicato. ¿Le preocupa?
-No me preocupa porque es su
papel. Tenemos la conciencia tranquila porque hemos negociado la OPE. Ha habido
tres mesas sectoriales y concesiones por las dos partes. Pediría a los
sindicatos que fuesen más solidarios, que piensen en todos los profesores,
en los que llevan más años y menos años.
-¿Qué pasará
con los interinos estables que no acrediten el perfil lingüístico
de euskera?
-No hay que ponerse en el peor
de los casos. Pueden presentarse a las oposiciones y aprobarlas. En cualquier
caso, vamos a buscar soluciones para esas personas.
-¿Cuál ha sido
la principal concesión de su departamento?
-Que la nota de las oposiciones
no va a contar para la lista de sustitutos. Eso es muy grave para los jóvenes.
-Y si es tan grave, ¿por
qué se ha aceptado?
-Porque el rechazo de los cinco
sindicatos fue unánime. Fue una cesión que se hizo con dolor.
-En referencia a los profesores
que no se euskaldunicen, usted ha asegurado públicamente que existen
otras funciones además de la de impartir clases. ¿Cuáles
son?
-Para ser docente en esta comunidad
hay que ser bilingüe, y hay un colectivo de ese profesorado que, por muchísimas
razones, no se ha podido euskaldunizar. Esto es un tema que está por
encima del sistema educativo y lo tiene que solucionar este país y este
Gobierno. Hay diferentes salidas, como las jubilaciones anticipadas. Hay otras
áreas en el sistema público que a lo mejor necesitan profesionales
de este tipo. Todo el tema del sector servicios, que necesita gente cualificada…
Podría ser un readecuación hacia otras áreas del sector
servicios.
«Ojos cerrados»
-¿Qué servicios?
-Pues todo lo que sea Tercera
Edad y servicios sociales, atención a los desfavorecidos, orientación
profesional… En estas áreas no es tan preciso el bilingüismo y
se necesita personal cualificado. Y luego también en trabajos de apoyo
al sistema educativo.
-¿De cuántos profesores
hablamos?
-De cerca de mil personas. Muchos
tienen más de 55 años.
-Pero usted alude a servicios
sociales ajenos al sistema educativo.
-Es que es un tema de país.
El sistema de servicios sociales es un sistema que está creciendo. Hacen
falta profesionales que orienten, que canalicen la demanda…
-¿Y cómo cree que
asumiría sus nuevas funciones este colectivo?
-Hay que pactarlo con ellos.
Ver sus edades, ver dónde están y, dentro del sistema público,
buscar soluciones. No podemos empeñarnos en que se euskaldunicen, porque
es una vía agotada. No se puede estar con los ojos cerrados, porque hay
gente que lo está pasando mal. Hay que aprovechar el potencial de esas
personas.
-Pero si estos profesores desempeñan
otras funciones, tendrán que recibir cursos de formación.
-Lo del sector servicios es una
idea que estamos barajando. Y claro que habría formación. Pero,
además, hay algunas personas no bilingües a las que se les puede
abrir la vía a la Administración.
-¿Y es imprescindible
saber euskera para impartir Educación Física o Música?
Las plazas de la OPE de ambas asignaturas son bilingües.
-En un país bilingüe,
todo el profesorado tiene que ser bilingüe. Da lo mismo que dé Educación
Física, Música o Inglés. Irale estará orientado
ahora a subir la calidad del euskera de los docentes.
-El Gobierno ha aprobado finalmente
la reforma universitaria. ¿Hasta qué punto condiciona esta ley
la política de su departamento?
-Los mayores condicionantes se
dan en todo el tema de euskera, porque la nueva política de habilitaciones
capacita al profesorado en Madrid con unos temas únicos para todo el
Estado. Ahí no se tiene en cuenta el euskera y el profesorado hay que
cogerlo de esas bolsas. Y luego, el funcionamiento interno de la Universidad
queda muy restringido.
Las reformas
-¿El debate entre los
ejecutivos central y vasco sobre este asunto es educativo o político?
-Tiene las dos componentes. Es
un proyecto universitario con unos esquemas de hace 30 ó 40 años.
Y, políticamente, no se pueden imponer proyectos así. No se puede
imponer una ley universitaria a todas las comunidades autónomas. No son
formas de trabajar. El Gobierno ha demostrado una desconfianza inadmisible hacia
el mundo universitario.
-La polémica se ha centrado
en la Ley de Universidades y, sin embargo, la de Formación Profesional
ha pasado desapercibida. ¿No afecta directamente al País Vasco?
-La ley española ha copiado
muchísimas cosas de nuestro plan de Formación Profesional, pero
no ha tenido en cuenta algunos temas. Ellos, por ejemplo, no acreditan experiencia
laboral fuera del sistema educativo. Tampoco tienen en cuenta los itinerarios
abiertos entre FP y Universidad.
-¿Cómo son sus
relaciones con el ministerio?
-A nivel personal, hay una relación
fluida a diferentes niveles. A nivel político, no nos tienen en cuenta.
La Ley de FP también nos la han puesto encima de la mesa. No hay relación
política como debería de haber. En enero pensamos pedir una entrevista
con la ministra Pilar del Castillo.
-¿Cómo interpreta
las críticas que recibe desde el Gobierno central?
-Las últimas han sido
de Mariano Rajoy. Dicen cosas en las que demuestran que no conocen nuestro sistema
educativo, que tiene unos parámetros de calidad que están muy
por encima de la media de España. No sé cómo pueden pensar
que el profesorado es tan manipulable. Aquí no pensamos eso. Y luego,
hay un nivel de tolerancia y de pluralidad en nuestro sistema educativo que
ojalá lo tuvieran otros. Cuando se hacen ese tipo de críticas,
se hacen desde la lejanía y con muy mala fe.
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Fuente: Eusko Alkartasuna