24 altos cargos han abandonado el Gobierno de UPN desde que comenzó la legislatura. Cinco consejeros[1] y 19 directores generales han sido relevados de sus responsabilidades, motivando la reestructuración de departamentos enteros. Con todo lo que ello supone. Concretamente, en el último año, hemos conocido ocho dimisiones en el Departamento de Salud y dos destituciones, y dos dimisiones de altos cargos dentro de Hacienda Tributaria[2].

Una cascada de dimisiones, ceses y abandonos que deja en evidencia el caos que está generando el Gobierno de Barcina en áreas fundamentales de la Administración. Cada día afloran mayores discrepancias entre los profesionales y los consejeros de Gobierno por la nefasta gestión que está realizando UPN, que está desmantelando todo el sistema público, así como por su falta de transparencia en la gestión (con ejemplos como Hacienda, Osasuna y la Universidad de Navarra).

El Gobierno de UPN está agotado, colapsado y cada vez son mayores las muestras de su incapacidad para dar respuesta a los problemas de la ciudadanía. Sin planes de empleo, con 50.000 personas en paro, sin objetivos en materia fiscal, plagados de casos de corrupción… y a pesar de todo UPN rehúsa asumir las consecuencias de la crisis de gobernabilidad y de estabilidad que ha generado.

Al contrario, la presidenta del Gobierno, ajena a las necesidades de la ciudadanía Navarra e incapaz de dar soluciones reales y eficaces a los numerosos problemas de la sociedad, tiene la osadía de plantarse en Madrid a levantar fantasmas que oculten la interminable cadena de fracasos de su Gobierno. El régimen de UPN hace aguas y Barcina, al frente de un barco que se hunde, busca ayuda fuera, porque en Navarra cada vez tiene menos credibilidad y legitimidad social.

La presidenta se ha significado con declaraciones, que únicamente pretenden generar crispación, por su indolencia, falta de seriedad y rigor, y una inaceptable ausencia de la más mínima responsabilidad. UPN ha perdido toda capacidad de análisis de gestión y de respuesta y recurre a la desesperada a la estrategia de la infamia, intoxicación y generación de cortinas de humo.

Merece una mención especial el ataque contra el modelo D que ha emprendido UPN, cuando es el propio Gobierno quien constituye el mayor peligro para la educación en Navarra. Con recortes que han dejado a cientos de profesionales en la calle y que han supuesto el deterioro de sus condiciones laborales y de la calidad de los propios centros, e implantando reformas retrógradas, centralistas y sectarias que dañan de forma catastrófica el sistema educativo de Navarra. Lo que procede a un Gobierno es proteger y defender ante todo un pilar de futuro como la educación, no criminalizarlo.

Pero parece ser que las desvergüenzas de este Ejecutivo no tienen fin y ahora Barcina se dedica ha presentar en Madrid teoría conspirativas de la voluntad del entorno abertzale de infectar la administración… cuando la realidad de Navarra es que UPN está alejando a profesionales de prestigio de la administración pública. Quien ha creado un entramado clientelista en todo el sistema y ha inoculado el desánimo a profesionales de la salud, la educación, hacienda y demás departamentos vitales para el desarrollo positivo de Navarra es UPN.

El Gobierno ha pretendido hacer de la Administración un coto privado y monta en cólera cuando hablamos de abrir la Administración a toda la ciudadanía, sean de la ideología que sean. Debemos preguntarnos por qué para UPN es un escándalo que las diferentes ideologías formen parte de la administración, también de los altos cargos, cuando debiera ser lógico y normal. Quizá sea por miedo a que se destapen sus fraudes y desmanes en la administración.

La derecha Navarra vuelve al recurso político del pasado en torno a ETA. Cuando es más evidente que el conjunto de la sociedad Navarra apuesta firmemente por nuevo ciclo de paz y normalidad política, y por tanto, lo que reclama al Gobierno es tener altura de miras… UPN recurre al recurso del aprovechamiento político del miedo. Sin embargo, desde Eusko Alkartasuna tenemos claro, y la ciudadanía también, que lo que realmente preocupa y mucho, es imaginarnos una nueva legislatura con UPN.

La ciudadanía Navarra es una sociedad adulta y formada que percibe con claridad su más absoluto fracaso y pide actuar con responsabilidad. Pide nuevas formas de hacer política, muy lejos de las estrategias de crispación de UPN. Ridículas campañas, que evidentemente, no nos va a despistar ni un segundo en la construcción de los pilares del cambio político.



[1] Roberto Jiménez, Álvaro Miranda, Anai Astiz, Elena Torres y Jesús Pejenaute.

[2] Ignacio Iribarren, Director del Complejo Hospitalario; Ángel Sanz Barea, Director Gerente del SNS; Ruth Vera y Anselmo de la Fuente, Directores Médicos; Ana Guerra, subdirectora de Servicios Médicos; José Luis Yanguas, Director de Organización del SNS, José Miguel Lera, Jefe del Área de Cirugía del CHN; y Pedro Antuñano, Jefe de Cirugía Ortopédica y Trauma.