Begoña Errazti, presidenta de EA
Navarra llora a Jose Mari Satrustegi. Euskaldunes, euskaltzales, académicos de la lengua vasca, gente del mundo de la cultura, la historia y la antropología de Navarra lamentamos la muerte de un gran luchador por el euskera, por la memoria colectiva y por los valores humanos más fundamentales. Su gran fuerza de ánimo ha sido fuente de inspiración y apoyo para quienes veíamos en Jose Mari Satrustegi un ejemplo de fortaleza y dignidad a seguir, y así seguirá siendo.

Agur, Jose Mari. Etnólogo, antropólogo, escritor, académico de Euskaltzaindia – Academia de la Lengua Vasca, conseguiste derramar tu saber y tu amor a las raíces, al por qué del ser humano en todas tus actividades, dando de ti lo mejor hasta el último momento. Tratando de vencer al desánimo, de ofrecer nuevos argumentos a favor de nuestra lengua frente a quienes se resisten a aceptarla, a cuidarla, a protegerla… En definitiva, defendiendo afanosamente la justicia y las señas de identidad de nuestro pueblo en un mundo cada vez más hostil. Te echaremos de menos.

¡Qué decir de todo ese trabajo de investigación inapreciable, recogido y difundido a través de tus libros y artículos, en torno a las costumbres y el habla de nuestros antepasados, en torno a las ricas variantes de nuestra lengua! No olvidaremos la rebeldía de esa mirada que, partiendo del pasado, atravesaba incisiva el presente, y vislumbraba un futuro tal vez demasiado negro para alguien tan plagado de ideales, tan comprometido con el ser humano y con el euskera en una tierra cuyos gobernantes han hecho de esta lengua un elemento que hay que eliminar, restringir y apartar.

Hay que decirlo alto y claro: Jose Mari Satrustegi ha sido, sobre todo, un euskaltzale honesto. No ha dudado en rechazar los honores y las prebendas del poder por coherencia con su denuncia firme y permanente de la actitud cicatera de las autoridades navarras hacia el euskera. Siempre dispuesto a resolver cualquier consulta, a colaborar en todo aquello que supusiera reconocimiento y apoyo a la lengua vasca, supo aplicar moderación y buen juicio a las circunstancias que le tocó vivir, y firmeza cuando los hechos así lo exigieron. Así, por ejemplo, cuando en 1990 el Gobierno de Navarra se negó a dar una licencia a Euskalerria Irratia, única radio que emite íntegramente en euskera en Iruñerria (Comarca de Pamplona), dimitió del Consejo de Cultura, y más tarde, en el año 2000, abandonó por la misma causa el Consejo Asesor del Euskera.

Persona humilde, apreciado también en su labor pastoral, denunciaba las desigualdades y la superficialidad de una civilización que consideraba en decadencia, falta de valores y a merced de los intereses económicos. Pero, ante todo, amaba su tierra, su pueblo y su lengua, y ha sido la voz y la conciencia de miles de navarros y navarras, euskaldunes y euskaltzales al afirmar públicamente que ´los navarros vascos nos sentimos proscritos, indefensos y marginados´, con motivo de las últimas actuaciones del Gobierno de Navarra en contra del euskera.

Colaboró con todas aquellas iniciativas que han servido y siguen sirviendo a la expansión y el desarrollo del euskera, tanto en el ámbito popular como en el académico, desde la creación de las ikastolas y la enseñanza en euskera en general, hasta la reivindicación de medios de comunicación en nuestra lengua o su participación en propuestas como el Bai Euskarari. Su trabajo por nuestra lengua no se limitó, por tanto, a su dedicación como etnógrafo y escritor, ni a su indudable contribución a Euskaltzaindia, sino que fue más allá y se tradujo en una implicación total, directa y decidida, con todo aquello que supusiera abrir nuevos espacios y posibilidades de desarrollo para nuestra lengua.

En los últimos tiempos, como el resto de euskaldunes y euskaltzales de Navarra, Jose Mari Satrustegi sufrió en primera persona las medidas adoptadas contra el euskera, y de hecho, en los últimos años compareció en más de una ocasión ante los medios de comunicación para denunciar una estrategia de agravio y desprecio contra la lingua navarrorum que no comprendía y que, sin duda, le hería profundamente.

Conocido en Sakana, su tierra natal, como ´el cura de Urdiain´ por su labor como párroco en dicha localidad, destacó en el aspecto religioso por la misma característica que ha gobernado su vida en el resto de facetas: su compromiso y vinculación con su sociedad y su tierra en cada momento.

De hecho, si algo se puede decir de Jose Mari Satrustegi es que la suya ha sido una vida vivida hasta la última gota, colmada en proyectos y aportaciones, por supuesto en alegrías, pero también, tal vez demasiado a menudo, en sinsabores: los que acarrea en Navarra ser firme defensor de ´lo vasco´ frente a quienes se empeñan en negar y ocultar esta realidad constantemente, sin escatimar trabas y obstáculos a aquellos que a diario dedican todo su esfuerzo, cuidado y cariño a abrir caminos al euskera y a ampliar nuestro legado cultural.

Se ha ido un luchador incansable y tenaz, un ejemplo indómito de entereza y trabajo; pero ha dejado una estela de energía, franqueza y vigor difícil de olvidar, que marcará su recuerdo como ha marcado su vida y su obra. Agur Jose Mari.

Begoña Errazti Esnal, presidenta de Eusko Alkartasuna y portavoz parlamentaria
Fuente: Begoña Errazti