Lohitzune Txarola, presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa, reflexiona sobre la igualdad en el marco del Día de la Mujer.

Ha amanecido otra vez en 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, y llego a mi paraíso de las Juntas Generales con este pensamiento: “pues sí que avanza la cosa, la situación de las mujeres en el mundo laboral es cada día mejor” y las mujeres que estén leyendo este artículo pondrán cara de asombro pensando que me ha dado un siroco. Y es que en mi paraíso la igualdad laboral es una realidad, ya que el 53% de miembros son mujeres y el 47% hombres. En los órganos de poder de la cámara, esto es, la Mesa y la Junta de portavoces, el 60% de miembros es femenino, y 40% la parte masculina, y es aquí donde paso la mayoría de mi tiempo.

Pero me doy cuenta que mi paraíso no es un reflejo fiel de la sociedad, y al salir de él me pego de bruces con la realidad. Veo que todavía hay harto trabajo por hacer para que el empoderamiento real de las mujeres se dé primero en cada una de nosotras, y después en todos los sectores. Por desgracia, cada día que pasa percibo que vamos marcha atrás en este aspecto. En todos los actos de mi vida pública como privada constato que el papel de la mujer es cada vez más secundario. Antes la gente estaba más concienciada con este tema, o por lo menos la reivindicación estaba más enraizada en la sociedad, mientras que ahora vuelve a bajar peldaños.

En mi vida pública, noto una presencia mermada de mujeres en actos a los que “me lleva” mi cargo. Las mujeres que encuentro en estos eventos no tienen cargos representativos; cumplen el trabajo de ayudante del empresario, delegado o representante. Un ejemplo: en febrero asistí a una inauguración y me asombré al encontrar una sala repleta de mujeres. Comenzó el acto, y la única representante femenina de entre 7 personas en la tarima era yo. Por el micrófono, solamente se oyeron voces masculinas.

Ejemplos como éste son constantes en actos públicos, siendo la excepción las actividades culturales. En ellos me hago otra pregunta, ya que volviendo a mi paraíso constato que en la comisión de cultura la amplía mayoría de miembros son chicas, mientras que en las de infraestructuras viarias o innovación son varones los que más, en una institución donde éstos son minoría. Y mi pregunta es ¿todavía seguimos con el tópico de trabajos para hombres/trabajos para mujeres en pleno XXI? Las mujeres estamos totalmente insertas en casi todos los ámbitos del mercado laboral, y gracias a la labor de muchas mujeres y reivindicaciones, es un proceso social que no tiene vuelta atrás. No podemos olvidar, sin embargo, que el mundo laboral está ideado por y para los hombres; aún hoy predominan las características, valores y posturas masculinas.

Salgo del trabajo, y ya en casa, junto con encender la televisión me enciendo yo. Cada vez más publicidad discriminante, siendo incontables los anuncios que nos menosprecian o encasillan. Antes cuando se emitía algún reclamo sexista, llovían acusaciones desde organismos y asociaciones, pero hoy no sucede así. Hace muy poco, vi un anuncio de un programa en el que una mujer pedía lo siguiente: “yo para mi hijo quiero una esposa que le limpie y le cocine”. Lo peor no es lo que opine la mujer, que ya es mal síntoma, sino que una cadena de TV use como reclamo una idea empapada de sexismo para conseguir audiencia. Pero lo más triste es lo siguiente: si emiten este tipo de anuncios es porque así creen lograr su objetivo de ganar público, lo que indica que la sociedad tiene cada vez menos conciencia sobre este tema; no sólo no les importa ver programas con tintes sexistas, sino que además les atrae.

Salgo a la calle, pero fuera no mejora mucho la situación. Todavía son comunes las conversaciones en las que se critica a la mujer por hechos que si fueran cometidos por hombres se les aplaudiría. Y si alguno de la cuadrilla toca el culo a una chica en las fiestas del pueblo, habrá risotada general mientras ésta queda herida y humillada. Aunque pensaba que se nos educó para que ejemplos como estos no ocurriesen, siguen pasando. Y para hacerles frente se necesita concienciación, para que no demos por “normal” todo lo descrito anteriormente y lo reprobemos, ya que sólo desaparecerán si los encaramos.

Por la noche, mientras paso el tiempo lejos de mi paraíso, me doy cuenta de que aún, tal y como llevamos años diciendo y haciendo, queda mucho por hacer: aún la sociedad no está totalmente concienciada. Aún vemos y hacemos cosas sexistas. Y hablo en primera persona porque soy consciente de que sin querer, yo también hago y digo cosas que ponen trabas a la lucha que tantas mujeres han emprendido desde el comienzo de la historia, y llevan reivindicando desde hace 101 años oficialmente tal día como hoy. Por eso sigue siendo necesario el 8 de marzo. Muchas mujeres pelean por que no sea necesario, y espero que la generación de mi hijo no tenga que promulgar este día, señal de que habremos llegado a una igualdad real. Mientras tanto, iré como cada día a mi paraíso, para desde allí, junto con mis compañeras y compañeros de trabajo, así como con toda la sociedad, seguir abriendo camino a la igualdad, ya que éste es el reto de ambos géneros, no sólo del femenino.

Lohitzune Txarola Gurrutxaga
Presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa

Fuente: Lohitzune Txarola