Declaración institucional del Gobierno Vasco

Hace 55 años, tal día como hoy, 10 de diciembre, las Naciones Unidas proclamaron, de forma solemne, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este primer código ético consensuado por la Humanidad abrió camino a otros acuerdos, pactos y tratados internacionales que han venido a reconocer derechos individuales y colectivos insoslayables para asentar una convivencia entre seres humanos y pueblos basada en el respeto a la dignidad humana.

El Gobierno Vasco entiende que si la Declaración Universal de Derechos Humanos fue la respuesta afanosamente buscada y trabajada por buenas personas para conjurar una posible repetición de la gran tragedia universal y colectiva que supuso la II Guerra Mundial, su reivindicación es hoy una exigencia plenamente vigente para todos los ciudadanos y ciudadanas que aspiren a una sociedad en paz, en libertad, más justa, más solidaria, más democrática y, en suma, más humana.

Porque, desgraciadamente, los extraordinarios avances de la ciencia, el progreso de la tecnología, el desarrollo del saber no han servido para situar a la Humanidad ante un mejor horizonte de justicia, paz y libertad en el mundo. De ahí que sea un deber de los poderes públicos no sólo denunciar, perseguir e intentar erradicar cualquier vulneración o menosprecio de los Derechos Humanos, sino también recordar a la ciudadanía la plena actualidad de esa necesidad de respeto a la dignidad de hombres y mujeres, y procurar que no se duerman las conciencias para que puedan velar por el cumplimiento de esa exigencia ética.

El compromiso en defensa de los Derechos Humanos individuales y colectivos, como es el derecho que todo pueblo tiene a decidir libremente su futuro, nos concierne y nos atañe a todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas vascos. Además de ocuparnos y preocuparnos en mantener la llama del compromiso activo contra las miles de indignidades que en el mundo se cometen, debemos actuar en nuestro entorno más inmediato, en nuestras calles, en nuestro barrio, en nuestro pueblo, en nuestro país, para que los principios consagrados en la Declaración Universal prevalezcan.

La sociedad vasca sufre una intolerable situación de violencia que genera muerte, dolor y sufrimiento. Reivindicar el derecho a la vida para todos, como el más básico y elemental de los derechos, es no sólo un deber moral, sino un clamor inmensamente mayoritario de esta sociedad, pero al que, por desgracia, ETA sigue haciendo oídos sordos, despreciando así la voz y la voluntad de la ciudadanía vasca.

El Gobierno Vasco, a la cabeza del resto de las instituciones democráticas, quiere en este día tan significado, reiterar una vez más su inequívoca denuncia ante la proliferación de la amenaza a la libertad y la vida de miles de nuestros conciudadanos. Rechazamos la vulneración de derechos que la llamada violencia de persecución supone y entendemos que la sociedad entera debe reivindicar plenas condiciones de libertad para que todos y cada uno de sus conciudadanos y conciudadanas puedan defender sus ideas sin coacción de ningún tipo. Amparar a las personas que viven bajo la amenaza es una forma inmejorable de cumplir con la letra y el espíritu de la declaración aprobada en 1948.

Igualmente, resulta necesario hoy subrayar que los Derechos Humanos son indivisibles y universales y que todos los ciudadanos y ciudadanas, incluidos los que están privados de libertad, son sujetos de esos derechos. No podemos permitir que los sentimientos de venganza y el espíritu del talión se adueñen del comportamiento social hasta promover la indiferencia ante situaciones de quiebra de valores y principios insoslayables, como los que cercena la práctica de la tortura, que aún subsiste en muchos países. Del mismo modo que tampoco puede infligirse a un recluso, y a su familia, un castigo político añadido al de la pena impuesta por la ley, como el que supone hacerle cumplir su condena en una prisión alejada de su entorno. El Gobierno Vasco quiere recordar también hoy que hasta el más cruel de los delincuentes merece en su persona el respeto a la dignidad que él ha negado a sus víctimas.

Es también deber del Gobierno Vasco denunciar hoy la violencia que, por razón de sexo, se ejerce sobre muchas mujeres. El drama al que la sociedad y los poderes públicos permanecieron ajenos durante demasiado tiempo ha emergido con toda su crudeza y nos emplaza a dar respuestas efectivas contra todo tipo de maltrato.

También hoy día 10 de diciembre reclamamos especial sensibilidad para combatir cualquier discriminación hacia los ciudadanos y ciudadanas que, procedentes de otros pueblos y culturas, deciden vivir en comunidades distintas a las que les vieron nacer. La Declaración Universal de Derechos Humanos les ampara y nuestro Gobierno reedita hoy su compromiso inquebrantable en la protección y defensa de todos y cada uno de sus derechos.

El Gobierno Vasco quiere asimismo dejar constancia de su rechazo frontal al recurso a la fuerza, la instrumentalización del poder político o el sometimiento a éste de otros poderes, como el judicial, para imponer a los demás un determinado proyecto o pensamiento. La lucha contra la vulneración de derechos humanos no puede conllevar el recorte de las libertades ciudadanas o la conculcación de otros derechos esenciales, como el derecho a la libre opinión, el derecho a la libertad de prensa, el derecho al pluralismo político o el derecho a la presunción de inocencia.

La resolución de todos los conflictos, independientemente de su magnitud, especificidad o latitud geográfica, debe tener en el Diálogo su referencia, en el Derecho su pauta, en los Principios Democráticos su eje y en los Derechos Humanos de todos y todas, la verdadera clave.

Sólo así, será posible hacer que este día, hoy por hoy, dedicado a no olvidar que nuestro mundo sigue sufriendo el azote de la conculcación de derechos humanos, se transforme en una jornada destinada a celebrar, por fin, la ausencia de cualquier amenaza contra la vida y la dignidad del ser humano.

Vitoria-Gasteiz, 10 de diciembre de 2003

Fuente: Joseba Azkarraga