Nekane Alzelai Uliondo
El Foro Social Mundial se reunirá entre los días 23 y 28 de enero en Porto Alegre por tercer año consecutivo. El foro es un espacio abierto de encuentro para la reflexión y el debate de ideas con el objetivo de elaborar propuestas y articular acciones eficaces por parte de los movimientos de la sociedad civil que se oponen al neoliberalismo y al dominio del mundo por parte del capital, y están empeñados en la construcción de una sociedad planetaria orientada hacia una relación entre los seres humanos.

Muchos, interesadamente, han definido al Foro como un movimiento antiglobalización, pero quienes participamos en este encuentro no tenemos nada en contra de la globalización. De hecho, el propio foro es una red mundial de organizaciones sociales y su objetivo es la construcción de una sociedad planetaria. No obstante, sí criticamos enérgicamente la globalización actual, basada en los intereses de las grandes multinacionales y el capital financiero que genera grandes desigualdades. Frente a esto, el foro reivindica una globalización participativa, democrática, justa y equitativa, basada en la ciudadanía.

Asimismo e intencionadamente se define a la globalización actual como proceso irrevocable, pero se olvida que es un proceso que se orienta a la puesta en marcha de políticas neoliberales tales como la privatización, la reducción del gasto social, la flexibilización del mercado o la liberalización del capital. Pero hay que subrayar que existe la posibilidad de llevar a cabo políticas alternativas que se ajustan a la reivindicación de ‘‘otro mundo es posible’’. Eusko Alkartasuna trabaja en este sentido y es así cómo se debe entender nuestra participación en este foro.

Una de las consecuencias más importantes de la globalización neoliberal es el incremento de las desigualdades entre el norte y el sur e incluso el aumento de las diferencias entre los ciudadanos del norte. Esta realidad hace que exista una mayor concienciación de los efectos no deseados de esta globalización y muestra de ello es el incremento de poder de convocatoria de este foro u otros eventos (Florencia) que se celebran con el mismo objetivo. Y por mucho que cada vez que haya una convocatoria de estas características lo intenten desprestigiar, lo cierto es que estos encuentros empiezan a tener sus efectos positivos.

Así en el orden del día de las reuniones de las instituciones internacionales, tales como el BM, FMI, G7, se incluyen los temas de la pobreza y las desigualdades. Incluso este verano en Johannesburgo se ha subrayado que además del medio ambiente, el desarrollo humano es un factor importante a considerar para que el crecimiento económico sea sostenible. No obstante, también hay que resaltar que las resoluciones aprobadas en estas instituciones no son lo suficientemente ambiciosas como quisiéramos algunos y son sistemáticamente incumplidos por quienes las aprueban.

Otra de las consecuencias del actual proceso globalizador es el surgimiento de las grandes multinacionales, que en muchas ocasiones no obedecen a razones económicas y sí al objetivo de conseguir un mayor control sobre el poder político actuando como grandes lobbys. Esta concentración ha provocado que muchas de las decisiones políticas de los Gobiernos estén sometidos a los intereses de estas multinacionales. Es decir, el poder de estas empresas ha estrechado la capacidad de decisión de los gobiernos.

Pero en la medida que se pierden cuotas de bienestar de los ciudadanos, esta actuación por parte de los gobiernos tiene una peor justificación, porque cada vez es más difícil explicar que las decisiones se adoptan en función de los intereses del capital y no en función de los intereses sociales de los ciudadanos.

Asimismo, las multinacionales se han organizado en el Foro Económico Mundial, que se reúne anualmente en Davos, bajo el falso lema de estar comprometidos a mejorar el mundo. La realidad es que este foro es el impulsor de las políticas neoliberales y su poder es incalculable, ya que podemos afirmar que los tratados internacionales económicos, comerciales y políticos que se gestan en Davos son aprobados posteriormente por las instituciones internacionales y ejecutados por los gobiernos.

Otra de las consecuencias de la actual globalización es que los centros de decisión cada vez están más alejados de los ciudadanos. El poder de las grandes instituciones internacionales ha hecho que los Estados pierdan soberanía y ya no funcionen como actores de la política lo que provoca que la toma de decisiones adolezca de una falta de transparencia. Quienes participan en estas reuniones internacionales son los banqueros, ministros de economía y hacienda, representantes de las multinacionales, personas que se representan a sí mismos, lo que hace menos participativa esta globalización. Y además estas decisiones están fuera de cualquier control, como puede ser el control parlamentario.

Así, los ciudadanos se sienten cada vez menos representados en este sistema de funcionamiento por lo que resulta imprescindible la plena democratización de las instituciones internacionales que para Eusko Alkartasuna supone la participación de los pueblos en las mismas. Esta reivindicación será nuestra aportación más importante al foro

Nekane Alzelai Uliondo es Secretaria de Asuntos Sociales y Relaciones Sindicales de EA

Fuente: Nekane Alzelai