Onintza Lasa Arteaga. Responsable de Comunicación de Eusko Alkartasuna

En las sociedades democráticas la igualdad es un valor que entre otros se defiende en distintos discursos y reflexiones teóricas. Sin embargo, muchas veces, la realidad contrasta con estas disquisiciones retóricas, presenta hechos como las desigualdades de género, reflejados en datos de posición social, índices de paro, actividades realizadas, etc.

Las actuales leyes de inmigración y otras medidas que están preparadas para su inminente aprobación, dejan mucho que desear desde el punto de vista de la igualdad de las personas. La igualdad de oportunidades, en definitiva, queda en muchos casos limitada a un plano nominativo, formal, pero lejos de ser una realidad de contenido y con mecanismos para su efectiva implantación.

Otra muestra de la inexistencia de la verdadera igualdad, es aquella establecida en relación con la tendencia sexual. Las personas homosexuales no disfrutan de los mismos derechos que las personas heterosexuales, si bien, deben cumplir de igual forma con los deberes.

La homosexualidad ha existido a lo largo de toda la historia y la aceptación y consideración social ha sido distinta según las épocas. Así, desde la Grecia clásica hasta la época contemporánea las prácticas homosexuales han pasado de ser habituales y públicas, a ser perseguidas y castigadas. Incluso se ha llegado a considerar como una desviación de la conducta, por lo tanto, como una patología. Y en la legislación española predemocrática, se incluían estas prácticas en la Ley de peligrosidad social.

Hoy en día, la situación es diversa en función de los países, si bien salvo excepciones, la consideración legal y social no es equiparable entre homosexuales y heterosexuales. En muchos países las personas homosexuales sufren maltratos y represalias, además de castigos por considerarse delito, como lo ha llegado a denunciar Amnistía Internacional.

Y en otros muchos los códigos sociales influyen de manera que las personas homosexuales ocultan su condición sexual por no verse abocados a chistes, insultos, o por no sentirse rechazados y discriminados en su entorno social. Legalmente, tampoco se puede hablar de una igualdad real, aunque la carta de Derechos Humanos, y numerosas ´Cartas Magnas´ contemplen que todas las personas son iguales ante la ley. En Holanda las parejas formadas por personas del mismo sexo pueden contraer matrimonio, pero en el resto de países, se han aprobado, en el mejor de los casos leyes que regularizan situaciones de pareja. En la Comunidad Autónoma del País Vasco, la nueva Ley de Parejas de hecho, prevista en breve, intenta desde las competencias que le otorga el Estatuto de Gernika, contemplar esta realidad desde una perspectiva amplia, equiparando todos los derechos y obligaciones tanto para las parejas homosexuales como heterosexuales.

En Navarra existe una Ley de Parejas que contempla la adopción tanto para parejas formadas por heterosexuales como homosexuales, si bien es cierto que este artículo ha sido recurrido ante el Tribunal Constitucional. Sin embargo, afortunadamente, en la sociedad actual cada día hay más personas que reivindican su derecho a ser homosexual y a vivir sin esconder su condición, como, por otra parte, no la ocultan los heterosexuales. Y esta realidad contribuye de forma muy importante a demostrar que las diversas opciones sexuales de cada individuo no deben llevar a nadie a rasgarse las vestiduras.

Las diversas organizaciones vinculadas al movimiento gay y lesbiano están desarrollando una importante labor en distintos ámbitos, como puede ser por ejemplo, la de ser acicate para una sociedad que todavía debe reconocer que en algunos casos, debe sacudirse prejuicios y debe aprender a respetar y profundizar en la tolerancia.

El pasado viernes, día 28 de junio, cuando se cumplieron 33 años de los disturbios de Stonewall, se volvió a celebrar el día del ´Orgullo gay´. Un día reivindicativo en el que se salió a la calle y se evidenció la existencia de personas que no están dispuestas a ocultar su tendencia sexual y donde se reclamó la dignidad de todas las personas.

Sinceramente, creo que el respeto a la persona engloba el respeto a todos sus derechos y libertades, y en consecuencia, también el derecho y la libertad a poder vivir su opción sexual con total transparencia y en igualdad de condiciones. Como los heterosexuales.

Fuente: Onintza Lasa