El lehendakari Carlos Garaikoetxea Eusko Alkartasuna no repetirá en las próximas elecciones vascas la coalición que durante los últimos 10 años ha mantenido con el Partido Nacionalista Vasco. Una decisión que muchos analistas interpretan como un acercamiento a la izquierda ‘abertzale’ con el objeto de hacerse con los votos de Batasuna. Según ha explicado Unai Ziarreta, presidente de EA, la ruptura llega por la “involución política” del PNV y su rechazo a dar “más pasos adelante en clave soberanista”. Para Carlos Garaikoetxea, ex lehendakari y fundador de la formación, en esta decisión tiene mucho que ver la trayectoria “errática y vacilante” del partido de Urkullu en la defensa de la consulta soberanista de Juan José Ibarretxe.

¿Por qué esta ruptura y por qué ahora?

 

La palabra ruptura es excesiva. Da la impresión de que Eusko Alkartasuna es un partido que rompe, con las connotaciones negativas que eso conlleva. Se trata de algo que no debería sorprender demasiado tras dos congresos consecutivos internos en los que EA, por mayoría rotunda, ha decidido restablecer la normalidad del partido, que es restablecer su propia seña de identidad. Ha influido también la insatisfacción con la coalición de gobierno en los últimos años. El PNV ha mantenido una dirección vacilante y errática en la defensa de objetivos que se habían presentado como centrales en la labor de tripartito, como la consulta o la defensa de un nuevo Estatuto. En el pasado hubo unas convocatorias electorales que, por su excepcionalidad, porque había un bloque contrario encabezado por Mayor Oreja y Nicolás Redondo, determinaron esa coalición. Ahora ya no.

¿Ha influido en esta decisión la alianza entre PSOE y PNV en los Presupuestos?

Ha producido una impresión de cierta sorpresa. Por emplear un eufemismo. Porque mientras existía una conducta rotunda del PSOE, a veces casi insultante, contra el Gobierno de Ibarretxe, del que formamos parte, se estaban adoptando no solo una actitud de colaboración y de negociaciones, sino que también se estaba cayendo en contradicciones en temas como la obtención de una plaza en el Consejo General del Poder Judicial o las partidas de presupuestos. Era una línea muy contradictoria y, sobre todo, muy incoherente. En fin, son cosas que influyen.

¿Se trata de una estrategia de acercamiento a la izquierda ‘abertzale’, es decir, a Batasuna?

Eso es una simplificación tremenda e interesada. Si algo puede tener la línea de EA es coherencia. Cuando se hablaba de la ambigüedad del nacionalismo vasco, refiriéndose al nacionalismo tradicional e histórico que encarna el PNV, EA decidió hacer una propuesta totalmente clara y rotunda, con las ventajas e inconvenientes que eso pudiera tener. Siempre hemos defendido la defensa del derecho de autodeterminación. Pero con
tanta y más rotundidad nos hemos manifestado desde el principio sobre la incompatibilidad de esa reclamación con cualquier vulneración de derechos humanos, con cualquier connotación violenta en el ejercicio de la política. Esa misma rotundidad la seguimos defendiendo hoy. En consecuencia, ese posible acercamiento a Batasuna es un tópico y una simplificación. Sabemos todos perfectamente dónde estamos y hay unas
fronteras infranqueables. El primero en proclamarlas es Eusko Alkartasuna, que tiene un profundo rechazo hacia cualquier formación política que no sea clara en ese aspecto.

¿No cree que, dados los malos resultados de EA en las últimas elecciones generales y municipales, se esté llevando al partido hacia un suicido político?

Eso también es una apreciación muy cariñosa (risas) que se está haciendo. Es cierto que EA en las elecciones generales tuvo unos resultados especialmente malos, como también los tuvieron otras fuerzas que fueron castigadas por la polarización entre los dos grandes partidos. El PNV perdió muchísimos más votos que EA en términos absolutos. Pero no, no… En las elecciones generales y autonómicas EA ha mantenido a sus alcaldes y concejales. Extrapolando esos resultados, la representación parlamentaria
de EA sería la misma que tiene hoy en el parlamento vasco, que no es nada irrelevante.

El PNV parece tener dos almas: la de Ibarretxe, más soberanista, y la de Iñigo Urkullu, más pactista con el Estado. ¿Con otra persona al frente del PNV se habría evitado la ruptura de la coalición?

No, no creo que sea una cuestión personal. Siempre se ha dicho que existe un péndulo en el nacionalismo y esto se ha puesto de manifiesto en el último gobierno. Mientras una parte del PNV y su propio lehendakari mantenían unas posiciones, otros destacados y muy relevantes cargos del PNV, como el alcalde de Bilbao o el diputado general de Vizcaya, decían exactamente lo contrario. No hay que personificar en Urkullu pero sí en una corriente que ha tenido esos pronunciamientos totalmente estridentes y contradictorios con la línea del propio gobierno vasco. Por lo demás, yo siempre he dicho que la política es un proceso dialéctico. Creo que la actitud limpia y noble de un partido es no emplear la ambigüedad y la recámara en sus pronunciamientos.

Enlace: Entrevista de Daniel Forcada en El Confidencial
Fuente: Daniel Forcada/El Confidencial