Esta tarde presentará Pedro Sánchez el “Acuerdo de gobierno reformista y de progreso” alcanzado con Ciudadanos. Un gran título para un documento de 66 páginas, con muchas buenas intenciones y muy pocas concreciones, al menos en la parte económica. Parte que a la ciudadanía de Hego Euskal Herria nos afecta solo en cierta medida pero más de lo que nos gustaría.
Centrándonos en el ámbito económico, y empezando por las finanzas públicas y las cuestiones tributarias, hay que destacar que, después de muchos años de crisis económica en los que las medidas auspiciadas por los poderes neoliberales europeos, centrados únicamente en el control del déficit y la deuda pública, han ido cercenando los derechos sociales y la base del estado del bienestar, en este acuerdo PSOE y Ciudadanos insisten en el error y abogan por mantener el compromiso con el acuerdo de estabilidad europea, para a su vez, dar por hecho que negociaran nuevos objetivos de déficit, sin especificar en base a qué.
Mantienen el compromiso con un acuerdo, que ha sido la gran excusa para los recortes en sanidad, educación y derechos sociales. Recortes que, por supuesto, no han sido la solución a la situación de crisis o al desempleo galopante, sino la vía para empobrecer a una gran parte de la sociedad mientras unos pocos se enriquecían.
Y dicen que todo esto lo harán sin recortes en las políticas sociales y con unas medidas tributarias poco concretas, con cierto aire electoralista y con visión cortoplacista. Porque plantear el estudio de la creación de un impuesto extraordinario sobre las grandes fortunas para ayudar a conseguir el equilibrio presupuestario, no es más que el reflejo de una visión liberal del sistema tributario. ¿Cómo que un impuesto extraordinario? ¿Acaso los que más tienen no deben aportar más al sistema siempre?
Y qué decir del IRPF: “reducir la tributación de las rentas del trabajo cuando la situación presupuestaria lo permita y, mientras tanto, no subirles los tipos”. Electoralismo de manual. No dudan en anunciar la tan reclamada reducción del IVA cultural, pero se olvidan de tantos productos básicos que siguen estando gravados como si fueran de lujo.
Todo esto mientras dicen que estudiaran “cómo mejorar la progresividad y eficiencia del sistema tributario”, aderezado con múltiples medidas de lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida que no explican cómo financiaran.
Definitivamente, en el tema de las finanzas públicas queda muy patente su intento por contentar a izquierda y derecha. Y eso es imposible si hablamos de impuestos y de la aportaciones que cada uno de nosotros debemos hacer para mantener un verdadero estado de bienestar, en el que algunos no creen, o de gestión del gasto público, respecto al que se limitan a generalidades como “mejorar la eficiencia en el gasto público” o “potenciar la evaluación de los programas de gasto público”.
En el ámbito de la economía real o productiva, más de lo mismo. El uso desmedido de verbos bienintencionados como “incrementar”, “facilitar”, “mejorar” o “apostar” en temas fundamentales como el I+D, sin definir en ningún momento como se llevará a cabo esa apuesta firme por la innovación y la economía real que cada día se demuestra más necesaria.
Respecto al modelo de empresa, el texto contempla contradicciones respecto a las PYMES, aludiendo por un lado al apoyo de las mismas y por otro a los incentivos fiscales a favor del incremento del tamaño de las empresas y apuestas más que vagas por modelos como la economía social, las cooperativas, la participación de los trabajadores en las empresas ya que solo contempla una vez más beneficios fiscales, algo que denota muy poco convencimiento por los modelos alternativos de producción.
Podemos decir, sin miedo a equivocarnos que este “Acuerdo para un gobierno reformista y de progreso” es poco concreto, cae en contradicciones al intentar contentar a izquierda y derecha y aporta más bien nada a la economía de los territorios vascos ya que no solo no respeta nuestro autogobierno sino que las pocas medidas económicas propuestas están ampliamente superadas por la realidad del entramado productivo vasco más diverso que el estatal y con una fuerte implantación del movimiento cooperativo o las diferentes modalidades de economía social que se desarrollan en nuestros pueblos y ciudades.