Gorka Knörr. Secretario general de EA.

El desaparecido Koldo Mitxelena, respetado y querido lingüista y padre del euskara unificado, dijo en cierta ocasión. “yo soy demócrata antes que nacionalista”.

La frase, que tiene su profundidad, ha sido retomada por intelectuales de pacotilla para combatir al nacionalismo, y, por supuesto, sin citar a su autor, militante que fue de Eusko Alkartasuna.

Viene a cuento el que traiga aquel aserto a colación, porque hoy mismo me preguntaban en un radio catalana si yo compartía el juicio de algun representante del PNV, quien habría afirmado que lo que estaba haciendo el Gobierno Aznar y la Justicia con las candidaturas de agrupaciones electorales era un ataque a Euskadi.

Yo he contestado que me siento nacionalista, pero que aquí lo que está en juego es la propia democracia. Hoy toca, coyunturalmente, en Euskadi, pero lo que está pasando, no solamente con este caso en concreto, sino con algunos otros, afecta al conjunto del Estado, en la medida en que se están conculcando derechos fundamentales.

Hace dos meses se ha cerrado “cautelarmente” un periódico, el único que teníamos los euskaldunes para informarnos diariamente y directamente en euskera en la prensa escrita. Y se ha cerrado contraviniendo preceptos legales y principios constitucionales. No pasa nada; algo de ruido en Catalunya, escándalo y grandes manifestaciones en Euskadi. El resto, silencio. Y es que, claro, debe imponer mucho eso de ser sospechosos de pertenecer al entramado etarra. Aunque sea, en mi caso, un disparate. Yo he sido miembro del Consejo Editorial de Egunkaria, y cuando estaba en la cárcel, allá por el 1970, ya estaba contra ETA. Y hoy sigo estando contra ETA, pero también contra tanto desmán aznarista.

La división de poderes no solo se atropella día tras día. No es solamente que oigamos a representantes del Gobierno Aznar decir una cosa y ver cómo algunos jueces la ejecutan sin pestañear. No es solamente que hayamos visto tomar una decisión en el Supremo con unos elementos de cargo que enrojecen de vergüenza a cualquiera. Ah! Pero es que queda aquello de la certeza moral. Para ese viaje no hacía falta hacer el tránsito del franquismo a esta democracia. Lo de la certeza moral ya lo utilizaban, bien profusamente por cierto, los fiscales del Tribunal de Orden Público. No es solamente que los autos de Garzón instalen sistemáticamente la presunción de culpabilidad, en lugar de la presunción de inocencia. No es solamente que el día de la incautación de las instalaciones de “Egunkaria” el Ministerio de Interior y la Fiscalía de la Audiencia Nacional cometieran la imprudencia delatora de dar a conocer una nota conjunta. Es que el señor Michavila anda dando rueda de prensa cada pocas horas diciendo quién es de ETA y cómo ETA monta las candidaturas de agrupaciones electorales, y diciendo lo que va a hacer el Supremo en cuestión de horas. El exhibicionismo antidemocrático no conoce el pudor.

¿Y cómo se reacciona? Esta misma semana, escuchaba en la tertulia de la Cadena SER de labios de Javier Pradera –creo que nada sospechoso de pertenencia al entramado etarra, pero ya puede ir guardando la ropa-, una diatriba espectacular contra el ministro Michavila (que entre otras habilidades se dedica a mandar recados a los periodistas díscolos para con la verdad aznarista). La cosa venía a cuento del enfrentamiento con el juez que se ha opuesto a la reforma de los llamados “juicios rápidos”. Pues bien, Pradera adjudicaba a Michavila la paternidad de la “chapuza jurídica de la Ley de Partidos”.

Claro, se sacan estos trapos porque ha habido un encontronazo con un juez en Madrid, pero se calla cuando protestamos contra los ataques fundamentales a los derechos democráticos en Euskadi, y lo hacemos desde posiciones políticas que han sido siempre beligerantes contra el terrorismo.

Lo que quiero decir es que tanto silencio se puede acabar pagando. No protestemos en función de quién es el perjudicado, sino en función de si las medidas políticas y legales se ajustan a principios democráticos y constitucionales. Michavila acaba de decir, a propósito del recorte y del “control” que se va a realizar sobre los estudios que los presos de ETA en la Universidad del país Vasco, que “la Universidad del País Vasco no será un instrumento a favor del entramado etarra”. Tamaña barbaridad es un insulto a la propia Universidad, más allá de que hay que recordar al ministro español que los presos, por muy poco que nos guste su filiación, tienen unos derechos. No todos los derechos, pero si unos derechos que todos deben respetar.

Hoy mismo, el celo michavilista se ha llevado por delante una candidatura en Alava –“Iruñako Ezkerrak”-, cuyo cabeza de lista, al parecer, es funcionario de prisiones y la persona que sustituyó a Máximo Casado, asesinado por ETA. Toda una metáfora de los daños colaterales de este régimen aznarista al que nadie parece poder o querer poner coto, a excepción de unos pocos bárbaros periféricos. Algunos siempre creímos, cuando nos enfrentábamos a las cavernas franquistas, que luchar por la democracia, y –aunque suene melodramático- morir por ella, valía la pena, Visto lo visto, habrá que dar la razón a Julio Camba cuando decía que “morir por la democracia es como morir por el sistema métrico decimal”.

Dicen que Aznar –ese señor que todavía no ha dicho ni pío sobre las víctimas de Iraq- metió a España en la guerra de Bush para situar al Estado español en el G-8. Lo que ha logrado, de momento, es poner a España en el G-3, integrando el triunvirato de estados que ilegalizan partidos entre los estados miembros o en vías de adhesión a la UE, a saber: Rumanía, Turquía y España. Y los demócratas en España sin decir esta boca es mía. Como diría el llorado y querido Jorhe Oteiza: Quosque tandem?

Fuente: Gorka Knörr