Miguel de Andrés Frías. Secretario de Asuntos Socioeconómicos de Gazte Abertzaleak.
Entre los días 6 y 10 de Noviembre, Florencia se convertirá en capital Europea de la solidaridad, del compromiso, la pluralidad, la multiculturalidad, del cambio… En la Toscana Italiana, cuna del Renacimiento, se celebrará el Foro Social Europeo, surgido del seno del Foro Social Mundial que anualmente se celebra en Porto Alegre. Florencia será lugar de encuentro de miles de personas comprometidas con una globalización diferente y con la necesidad de impulsar un cambio desde la propia sociedad civil que nos conduzca por la senda de la igualdad, la solidaridad, la justicia social y en definitiva, de la libertad, hacia una Europa y un mundo mejor.

Comunistas, socialistas, feministas, anarquistas, socialdemócratas, trotskistas, marxistas, ecologistas, nacionalistas, sindicalistas, cristianos de base… Florencia será un arco iris reflejo de una sociedad mundial que, desde el emblemático Seattle, viene movilizándose ante las atrocidades del modelo socioeconómico imperante.

No es sencillo aunar fuerzas en torno a un movimiento, el contrario a la globalización neoliberal, en el que conviven fracciones que en un tiempo parecieron llegar a ser irreconciliables. Pero ahora está en juego un modelo de convivencia, la dignidad humana y el futuro del planeta, y esfuerzos como el que se van a realizar en Florencia a favor de una Europa diferente merecen la pena.

Participación y democracia

Si bien nuestro concepto del cambio en Europa no debe limitarse a la Europa política sino a la geográfica, merece la pena realizar algunas reflexiones sobre lo que ha sido hasta ahora el proceso de integración europea y hacia donde apunta el mismo, especialmente por la importancia que conlleva la ampliación que se avecina.

Los debates sobre la construcción de Europa brillan por su ausencia en los Parlamentos estatales, y esto tiene su lógico reflejo sobre la sociedad, que percibe las instituciones comunitarias demasiado lejanas, algo que se agrava por su tortuoso entramado institucional.

La participación de los y las ciudadanas europeas en dicho proceso se limita a introducir su voto en una urna cada cinco años. Los acuerdos importantes se adoptan en cumbres elitistas y por lo tanto excluyentes como las de Niza, Barcelona, Sevilla o, más recientemente, Bruselas. Estas reuniones del Consejo de Europa se convierten en auténticos mercados en los que se intercambian intereses empresariales o energéticos, espacios aéreos, ayudas agrícolas…

Esto, evidentemente, resta legitimidad democrática al proceso. Incluso los máximos defensores del actual proyecto de UE en sus términos actuales reconocen que existe un importante déficit democrático, en tanto que el Parlamento no tiene capacidad legislativa y no se produce separación de poderes.

¿Europa Social?

La UE, desde el AUE y, muy especialmente, desde la aprobación del Tratado de Maastricht, se ha guiado únicamente por criterios economicistas que persiguen el beneficio privado. La lucha por ampliar esos beneficios empresariales se está haciendo a costa de un constante recorte de derechos y prestaciones sociales: descienden los impuestos(pero solo los de las empresas), con lo que se reduce el gasto social; se flexibiliza el mercado laboral, con lo que aumenta la inestabilidad y la inseguridad personal al tiempo que la pobreza se cuela incluso en las capas asalariadas; y por si fuera poco, la OMC, cuyas resoluciones son de obligado cumplimiento para sus Estados miembros, ya prepara la liberalización de la sanidad y la educación, con lo que derechos reconocidos universalmente pasarán a depender de las leyes de la oferta y la demanda.

Estas políticas responden a las presiones de la ERT, organización que incluye a los Directores Generales de las 47 transnacionales más importantes de Europa y que trabaja codo con codo con la Comisión en la redacción de algunas de las normas más importantes.

Del mismo modo, la política medioambiental de la Unión responde única y exclusivamente a oscuros intereses de determinados sectores (energético, papelero, cemento, automóvil…). Aunque varios países han ratificado ya el Protocolo de Kioto, solo Inglaterra y Alemania se encuentran en disposición de cumplir sus objetivos, siendo el Estado español el mayor incumplidor del Protocolo de Kioto en todo el mundo. Por ello, la Comisaria de Transportes y Energía Loyola de Palacio (PP) no ha dudado en proponer un incremento de la producción de Energía nuclear. Sobran comentarios

Apuntes para otra Europa

En opinión de Gazte Abertzaleak, organización independentista de la joven izquierda vasca, un proceso de Integración europeo diferente al actual y que sea más justo y respetuoso con la ciudadanía y con los pueblos debe basarse en 3 puntos fundamentales:

1. La variable social no solo debe ser incorporada al proceso sino que tiene que ocupar un lugar central en el mismo. Las personas son el principio y el fin de la Economía. Europa no puede funcionar a golpe de reforma institucional para buscar el camino más rentable de favorecer los intereses empresariales, sino que debe ser la base de una construcción social dirigida a la consecución de más puestos de trabajo estables y al desarrollo de una política social destinada a la reducción de las diferencias sociales, diferencias que además se incrementarán con la ampliación a los países del Este.

2. Se dice, con excesiva ligereza, que los Estados van cediendo soberanía a las instituciones comunitarias. Pero esto tan solo es relativamente cierto. Parte de esa soberanía se cede a Europa. Pero al final acaba difuminándose entre los intereses de las Empresas y de los entes corporativos.

Ante este panorama, no se trata de que volvamos a modelos caducos y decimonónicos de Estado; simplemente se trata de iniciar una regeneración democrática a partir de la cual la soberanía pertenezca exclusivamente a la ciudadanía, y no al mercado o a las multinacionales, de tal forma que los europeos y las europeas intervengan directamente en las cuestiones que les atañen.

3. Europa debe ser ejemplo de la convivencia plural y de la multiculturalidad.

En ese sentido, desde una nación sin Estado como la vasca debemos reivindicar el derecho que, según reconoce la “Pacto de Derechos Sociales y Políticos de la ONU”, asiste a cada pueblo a determinar libre y democráticamente su condición política, económica y social, así como las relaciones que quiere mantener con los demás pueblos del mundo, siempre en pie de igualdad.

Por otro lado, debemos rechazar de plano la política de inmigración europea, agravada tras en nefasto semestre de presidencia española de la Unión.

Para Gazte Abertzaleak, no es de justicia clasificar a los seres humanos en función de que posean o no unos papeles. Todos los seres humanos somos legales, la diversidad es enriquecimiento y el mestizaje la apuesta para el siglo XXI. Por eso reivindicamos una política de inmigración basada en el respeto a los derechos humanos más básicos y en la solidaridad con las personas y los pueblos que, al fin y al cabo, han sido empobrecidos por la explotación de Occidente a lo largo de los siglos.

El camino para transformar el mundo, que puede decirse que comenzó con las movilizaciones de Seattle contra la OMC, no está siendo fácil. Nadie dijo que fuera a serlo. Trabajadores, amas de casa, estudiantes… Es labor de todos globalizar las resistencias y ampliar las luchas para impulsar una globalización que ponga los recursos económicos y naturales al servicio de todos los seres humanos, una globalización que traslade al mundo los valores culturales de los pueblos, la solidaridad, la no violencia, la justicia social, los derechos humanos, la igualdad.

Sabíamos que otro mundo era posible. Descubrimos que además era viable. Ahora, tenemos que afirmar que otro Mundo y otra Europa son necesarios.

Fuente: Gazte Abertzaleak