Aitor García y Tontxu Campos

La propuesta del Gobierno español de segregar varios astilleros de la antigua Izar, creando una nueva sociedad de carácter público supone, sensu contrario, abandonar al resto, y entre ellos, a La Naval de Sestao, a su propia suerte y seguramente a su cierre (más o menos rápido y más o menos dulce). La Naval es el último de los grandes astilleros vascos de proyección internacional, y si las decisiones tomadas conducen a su cierre se está obligando a este País a carecer de un sector de actividad que supone el 2,6% del PIB.

Es ésta una decisión que Eusko Alkartasuna no puede compartir ni por su afección a las más de 6.000 familias que viven de la actividad del astillero, ni por sus efectos catastróficos en el sector de la industria marítima, en particular, ni en la economía de Bizkaia y de Euskadi en general. Cuando la Margen Izquierda comenzaba a recuperar su antigua pujanza, la incompetencia en la gestión de las dos empresas públicas del Estado (Babcock&Wilcox y La Naval) nos retrotrae a un pasado que todos nos hemos venido esforzando en superar.

Se trata, por tanto, de un tema de hondo calado que también pone en cuestión:

1.El autogobierno y la posibilidad de decisión sobre aspectos fundamentales de la economía del país.

2.Las concreciones del neoliberalismo imperante en su versión más dramática.

Sin embargo, observamos que se está enfocando el asunto desde un punto de vista superficial y demagógico. Superficial, porque el supuesto enfoque empresarial no tiene en cuenta numerosas variables de orden tecnológico y económico y demagógico porque el todopoderoso presidente del Gobierno español, Sr. Rodríguez Zapatero, emplea un doble lenguaje para, al parecer, favorecer a su partido en Euskadi de cara a la próxima contienda electoral y porque no se explica por qué se deja fuera a La Naval del nuevo grupo público y se incluye a un astillero cuyos últimos buques se han construido con tecnología desarrollada e implementada en el astillero sestaoarra.

La viabilidad futura y continuada de los astilleros depende de si tiene clientes dispuestos a adquirir los barcos que aquí se fabrican, y si con los precios de venta se sostiene o no el astillero. Si somos capaces de que sea viable, la Administración Pública tendrá que hacer un esfuerzo económico para evitar el cierre definitivo.

Por tanto, debiéramos preguntarnos dónde está el problema. ¿Hay crisis de mercado? ¿hay una demanda mundial suficiente? ¿ es aceptable la calidad del producto? ¿los costes de construcción de buques permiten un desarrollo sostenido de la actividad? La realidad es que hay una demanda potente y que el sector naval es un sector pujante a nivel mundial. Paralelamente, no hemos de olvidar que se trata de fabricar bienes de equipo para un sector empresarial, el transporte marítimo, que es el paradigma de un sector absolutamente liberalizado (navegando bajo pabellones de conveniencia) y desregulado hasta hace poco; pero catástrofes como la del ´Prestige´ han impulsado la obligatoriedad de construir buques de doble casco, nuevo mercado de sustitución de buques. No es pues ésta una variable que determine la decisión de abandonar a La Naval a su suerte.

En otro orden de cosas, los barcos de La Naval cumplen con los requisitos de sus clientes y están en la gama alta de calidad del sector. Es sobradamente conocido que los gaseros que se fabricaron en Corea similares al buque ´Iñigo Tapias´ eran de calidad muy inferior a la de éste, que fue coloquialmente apodado ´El Rolls Royce del mar´. Luego, parece que aquí tampoco es donde está el problema.

El verdadero problema, se nos dice, surge al analizar la relación costes-precio de venta de los buques. A nivel europeo, ¿por qué La Naval no se puede adaptar a los niveles de precios existentes en el mercado y sí los astilleros alemanes o franceses? A nivel mundial, ¿se trata de un problema de la propia empresa o de las desiguales condiciones con las que unos astilleros y otros concurren a un mismo mercado global?

No cabe duda de que toda empresa debe realizar un esfuerzo interno para mejorar y reducir costes, sobretodo por la vía de la optimización de procesos. Pero si esto es así, ¿por qué no se ha planteado un Expediente de Regulación de empleo mientras no hay carga de trabajo? ¿por qué no se plantean las medidas correctoras internas para enfocar la situación en mejores condiciones? Si no se nos explica esto, deberemos concluir que porque no hay voluntad expresa para mantener operativo La Naval.

Pero hay un condicionante superior que se impone y que sitúa a nuestros astilleros en situación de inferioridad respecto a otros como los coreanos, japoneses o norteamericanos. La UE ha decidido, de forma ingenua, que nuestros astilleros deben concurrir en unas condiciones de libre mercado con otros que se aprovechan del dumping y del proteccionismo que les brindan sus propios gobiernos. La Comisión debe darse cuenta de que este mercado, como lo han demostrado sus propios estudios, no es autónomo y los gobiernos deben intervenir y garantizar la igualdad de condiciones de acceso al mercado. Éste es el principal factor sobre el que hay que actuar. Eusko Alkartasuna ya lo denunció mientras otros permanecían como testigos mudos ante unos hechos que suponían el principio del fin de La Naval de Sestao. Ningún Gobierno español ha defendido el sector naval en Bruselas y, además, a los vascos se nos impide acudir a Bruselas a defender nuestros intereses, buena prueba de que es necesario otro marco jurídico-político, como defiende EA.

Ahora hacen falta compromisos de cambio del actual marco estructural impuesto por las tesis neoliberales imperantes y apostar, paralelamente por el mantenimiento de La Naval. Ese proceso de cambio lo debe liderar la UE, y el proyecto de Constitución Europea tiene mucho que ver con todo esto. Nosotros somos críticos con este modelo y creemos necesario un cambio de rumbo urgente. El Gobierno español es el propietario del astillero y el competente, de momento, para pelear en Europa. Está en juego algo muy importante para Euskal Herria, no sólo para los más directamente afectados, que son los trabajadores de La Naval. Por eso todos debemos estar implicados en la movilización, la denuncia y la promoción de ese giro: desde el Gobierno vasco y el resto de instituciones hasta los sindicatos, partidos políticos y el resto de agentes sociales.

Nosotros estaremos ahí. Y un aviso a navegantes, los cargos públicos de EA se van a oponer a cualquier movimiento especulativo sobre los terrenos industriales de La Naval, votando en contra de cualquier recalificación de los mismos. Invitamos al resto de partidos a que se sumen al mismo planteamiento.

Aitor García, presidente de EA de Bizkaia
Tontxu Campos, diputado Foral de Innovación y Promoción Económica

Fuente: Aitor Garcia