Editorial de Alkartasuna
La propuesta de un nuevo marco político planteada por el Lehendakari Ibarretxe con el respaldo de los partidos que forman la coalición responde al equilibrio que tres partidos diferentes deben encontrar en un proyecto de esta naturaleza, por lo demás, abierto también al necesario debate con otras fuerzas de la oposición y, en su caso, al correspondiente ensanchamiento de aquel respaldo. Ni el proyecto federalista (eso sí, desde la libre autodeterminación) de IU es el proyecto de EA, ni Eusko Alkartasuna se limita a un proyecto estratégico de ´cosoberanía´. Pero la política honesta es la política real que garantiza avances y no retrocesos hacia los objetivos estratégicos formulados con claridad como hace EA. Como la propuesta de Ibarretxe habla de ´libre asociación´, lo cual lleva implícito el permanente derecho de autodeterminación del Pueblo Vasco, Eusko Alkartasuna la puede apoyar con plena coherencia. Cosa diferente es que, en su día, IU o PNV no decidan encaminar definitivamente esa autodeterminación a un Estado plenamente soberano, manteniendo un estatus de soberanía compartida o una fórmula federal. Mientras tanto, EA deberá velar por el fiel cumplimiento de los objetivos trazados y de ahí la importancia de su proyecto político autónomo en el seno del nacionalismo vasco.

No sorprende la reacción visceral, cerrada a todo debate, del nacionalismo español. Este siempre se ha negado a respetar la voluntad de pueblo vasco, que desea subsumir en la del resto del Estado, de forma que quienes son minoría aquí puedan imponer su voluntad prevaliéndose de las mayorías logradas fuera de Euskadi.

Sorprende más la incoherencia de Batasuna. Resulta comprensible que en su papel opositor a ultranza su portavoz en el Parlamento se vea obligado a descalificar una propuesta que, además de plantear avances del autogobierno de trascendencia histórica en el camino hacia la soberanía nacional del Pueblo Vasco, establece su derecho de libre autodeterminación. Lo que resulta menos comprensible es la rotundidad de su descalificación sin explicar los pasos alternativos que ellos plantean, porque hablar de independencia sin exponer los pasos y procedimientos para llegar a tales objetivos es sólo lanzar un brindis al sol.

Lo que resulta irritante es leer la sarta de tópicos y manipulaciones vertidas por representantes del nacionalismo español, disfrazados de analistas o líderes empresariales. En vez de invitar a un diálogo civilizado que propicie mayor consenso, han arremetido con los habituales diagnósticos catastrofistas carentes de lógica: dar por descontada la exclusión de Europa, la pérdida de los mercados, la inviabilidad de una Euskadi ´estado asociado´ etc., etc….

Euskadi está en Europa, con las condiciones económicas superiores a las requeridas. Es el caso inverso a la Alemania Oriental (por ejemplo), que se integró ´ipso facto´ en la Unión, tras un proceso de reunificación. ¿Cuál es el único argumento manejado por esos agoreros? La amenaza de un veto del Estado Español. ¡Pues muchas gracias¡ Es una expresión muy elocuente de la fraternal solidaridad con que se nos contempla desde el nacionalismo español: o se acepta la subordinación a sus designios imperiales, o se nos procura la asfixia económica y la miseria social… Un argumento más para no desear la tutela política de quien tanto nos quiere.

Casi todos los pueblos que han luchado por su pleno autogobierno han debido vivir momentos difíciles. Lógicamente, los sectores más conservadores son los más temerosos. Pero en la Europa del siglo XXI resulta vergonzoso que un proceso que se pretende desarrollar civilizada y democráticamente, esté sujeto a amenazas como la señalada, absurda por otra parte, porque la realidad económica de Euskadi que hoy opera en la Unión Europea con sus indicadores económicos por encima de la media de los estados que la componen, sería reconocida antes que por ningún otro, por quienes ya mantienen sus intercambios económicos basados no en criterios políticos imperiales, sino en los intereses y motivaciones que determinan esos intercambios económicos.

Fuente: Eusko Alkartasuna