Lo que realmente está en juego el lunes, cuando las asambleas de la BBK y de la Caja Vital Kutxa aprueben su conversión en fundaciones bancarias y den el paso definitivo hacia la privatizazión, es el futuro económico de una parte de Euskal Herria, Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

 

Kutxabank atesora el 40% del sistema financiero de la CAV. De forma, que la privatización significa, ni más ni menos, que la pérdida de control sobre el 40% del sistema financiero de la CAV. Y eso va a tener consecuencias necesariamente. Porque es una decisión que afecta a las empresas, a las grandes y a las familiares, a los particulares, a las autónomos, al comercio y, en la medida que pierde su carácter público, también a las instituciones.

 

El modelo bancario es esencial para la definición de los modelos económicos y sociales de un país. Y PNV, PP y PSOE van a cambiar el lunes el modelo financiero vasco de un modelo social a uno privado. Un modelo que apuesta por la economía real y tiene un control público de su gestión, por otro cuyo único objetivo será obtener beneficios. El objetivo de Kutxabank será, por expreso deseo de PNV, PP y PSOE, sacar dinero a costa de lo que sea, desahucios, especulación, …

 

PNV, PP y PSOE han decidido crear una pequeña oligarquía financiera vasca, que tiene como único objetivo llenarse los bolsillos, los suyos y los de sus amigos. Esperamos que el tesoro que se llevan merezca la pena, porque la traición que supone lo que van a hacer respecto a la ciudadanía es tremenda.

 

La decisión de entregar el poder a un grupo de quince personas, peones de los tres partidos, blindado de cualquier tipo de control público, se va a materializar el lunes y sin que la mayoría de la sociedad vasca tenga información al respecto. El propio lehendakari Iñigo Urkullu ha mentido de manera reiterada y sin sonrojarse sobre este tema.

 

A quienes criticamos la privatización de Kutxabank nos suelen tildar de alarmistas, pero no es alarmismo, es sentido de la responsabilidad, porque hay quien dice que el lunes se tomará la decisión más importante sobre la economía de este país en los últimos 35 años.

 

Cuando, dentro de unos años, miremos retrospectivamente las consecuencias de lo que PNV, PP y PSOE harán el lunes tendremos la triste satisfacción de que el tiempo pondrá a cada uno en su lugar. Pero no servirá de nada. Hoy todavía estamos a tiempo.