BBK y Vital ya son fundaciones. PNV, PSOE, PP y CCOO han liquidado de un día a otro el sistema de cajas en la CAV. El cambio se ha consumado y no puede ponerse en duda que tendrá consecuencias.

 

El modelo financiero es uno de los pilares que definen el sistema económico de un país, y Kutxabank ha cambiado de un modelo social y público por uno privado. Es decir, uno modelo con control público de gestión y con la obra social como prioridad por otro en el que el único objetivo es obtener beneficios y cuyos directivos solo tienen que dar explicaciones ante los partidos que les han colocado en sus puestos.

 

Digan lo que digan PNV, PSOE, PP y CCOO, es evidente que Kutxabank no volverá a ser lo que era. Pierde sus tres principales señas de identidad, el carácter público, la obra social y el anclaje en el terreno. La obra social y el carácter local, vasco, dependen de su carácter público: a los inversores privados que vengan de fuera y que exijan los beneficios de su inversión, no les importa ni una cosa ni la otra.

 

Y estamos hablando de un buen pellizco: el 40% del sistema financiero de la CAV. Es decir, hemos perdido el control sobre el 40% del sistema financiero, la posibilidad de que los representantes institucionales elegidos por la sociedad controlen el destino de todo ese activo financiero, a quién –personas, empresas, ayuntamientos- dar préstamos, donde invertir, qué obra social promocionar. El 40% del sistema financiero pasa de ser un instrumento para construir país a ser un instrumento para que unos pocos hagan negocio.

 

Este despropósito tampoco colabora con la construcción nacional, desde luego, ya que vamos a ser menos dueños de una parte importante de nuestro sistema financiero. Y quien diga lo contrario que pregunten en Cataluña si Carlos Slim, el multimillonario mexicano que ha comprado parte de Caixabank, tiene entre sus prioridades el desarrollo de la economía catalana y el bienestar de su ciudadanía.

 

La liquidación de las cajas se ha llevado a cabo mediante un proceso marcado por la falta de información que ha recibido la sociedad. Ha habido un indudable engaño en el proceso, ya que PNV, PSOE, PP y CCOO han basado su decisión en mentiras. Mentiras, sí, sin medias tintas. Han dicho, el propio lehendakari Iñigo Urkullu lo ha dicho, que era la única opción legal para las cajas, cuando la verdad es que no es ni la única posible ni la única viable.

 

Han dicho que el cambio en los órganos de dirección, por el cual la asamblea y el consejo pasan a ser sustituidos por un patronato, no tendrá consecuencias. Lo cual es evidentemente mentira, ya que ese nimio cambio se carga de un plumazo el carácter público de las entidades. Es decir, la madre del cordero: desaparece el control público y social de las cajas.

 

Han mentido también cuando afirman que los patronos nombrados por PNV, PSOE, PP y CCOO son profesionales independientes con amplia experiencia en el ámbito financiero, como sí exige la ley. No hay más que escarbar un poquito para ver que estos partidos pretenden hacer una suerte de empresa de colocación con las fundaciones de las cajas, para colocar a personas del aparato de los partidos.

 

Han mentido y han engañado a la sociedad porque lo que han hecho no tiene justificación; ni era obligado por ley, ni tiene fundamento económico, ya que todos sabemos cómo han terminado los bancos gobernados por peones de los partidos políticos sin más interés que llenarse los bolsillos.

 

La pregunta ahora es si todo esto comenzó cuando los partidos que han llevado a cabo este despropósito pactaban en Madrid los cambios en la legalidad financiera. Ya sabemos a quién tenemos que pedir explicaciones dentro de unos años, pero mucho nos tememos que lo que hayamos perdido para entonces no podrá ser recuperado.

 

Iñaki Osotolaza, Joseba Gezuraga, Patxi Martínez de Albeniz. Coordinadores de EA en Gipuzkoa, Bizkaia y Araba