Este 28 de febrero se inauguran formalmente
las reuniones de trabajo de la Convención Europea. Éste es un
momento importante que EA y ERC quieren resaltar y aprovechar para hacer unas
reflexiones sobre la Convención, especialmente sobre sus objetivos y,
en definitiva, sobre el futuro de Europa.
La Convención aparece como una necesidad
obligada para los Gobiernos de abrir el debate sobre Europa a los ciudadanos,
acercarlo y permitir la participación de los mismos. Las críticas
feroces y justificadas a la última Conferencia Intergubernamental (CIG)
que dio lugar al Tratado de Niza, su opacidad, falta de altura de las reflexiones
así como la sensación de mercadillo creada entre los intereses
partidarios si no partidistas de los representantes obligó a poner en
marcha un nuevo instrumento de reflexión sobre Europa previo a la próxima
CIG del 2004.
Pero, ¿En qué consiste?, ¿Qué
puede dar de sí la Convención? ¿Cómo es su composición
y funcionamiento? ¿Cuáles sus reglas de procedimiento? ¿Qué
temas se van a debatir y reflexionar? Todas estas preguntas, todavía
algunas sin contestación, nos determinarán si la Convención
responde a un deseo serio de los Gobiernos de involucrar a los ciudadanos y
a sus representantes o es más un fuego de artificio utilizado por los
Gobiernos para seguir con las mismas pautas. En otras palabras, la táctica
de ‘cambiemos todo para no modificar nada’. Posición que, en
ningún caso, sería compartida por EA y ERC.
EA y ERC se ratifican en sus primeras posiciones
sobre la Declaración nº 23 del Tratado de Niza que se refería
a la CIG del 2004, recogiendo la necesidad de ampliar los cuatro puntos de la
propia Declaración, aún cuando éstos en sí eran
y son de suficiente entidad para la reflexión.
Para EA y ERC, esa reflexión respecto
a Europa debería hacerse sobre los citados puntos claves referidos a
la Carta Europea de Derechos Fundamentales, simplificación de los tratados,
la delimitación de competencias etc. Respecto al futuro de Europa, consideramos
además preciso plantear cuál será su política exterior,
las políticas sociales, la necesidad o no de un Gobierno económico,
el reconocimiento de la diversidad de lenguas y culturas, así como el
reconocimiento y participación de las naciones hoy sin Estado y de las
regiones con competencias legislativas propias, entre otras cuestiones.
Esta posición de apertura de las reflexiones
a cuantas cuestiones fueren importantes en el futuro de Europa fue negado en
un principio por el propio Sr. Aznar que, ante el temor de abrir el debate sobre
las naciones sin Estado y regiones, optaba por cerrar la puerta frente a otras
posiciones europeas.
Afortunadamente la Declaración de Laeken
sobre la Convención o las propias reflexiones de muchos de los representantes
elegidos confirman nuestra tesis. Si realmente queremos un debate fructífero,
coherente y serio, no debemos tener ‘miedo escénico’ a hablar
de todo y con todos, incluido sobre el papel de las naciones como Euskal Herria
y Catalunya que, al día de hoy, no hemos tenido la fortuna histórica
de contar con el instrumento jurídico del Estado.
La composición de esta Convención
han sido y está siendo objeto de reflexión, debate y hasta cuestionamiento
en algunos ámbitos por parte de las dos formaciones que suscriben el
documento.
¿Por qué no permitir que los Parlamentos
de regiones con competencias legislativas propias pudieran participar en el
evento? ¿Por qué existen tantos reparos por parte del presidente
Aznar en la participación, siquiera a título de observador, de
las regiones y, en especial, de la mención a las regiones con competencias
legislativas plenas? ¿Por qué cerrar la participación en
el Estado español a sólo dos formaciones políticas PP y
PSOE cuando se podía haber abierto, siguiendo la orientación general
de la Convención, a un mayor pluralismo?
EA y ERC hemos impulsado una reflexión
y una candidatura alternativas en los foros parlamentarios correspondientes
para denunciar esta situación. Su intervención ha permitido que
esta cuestión haya llegado a la opinión pública y no haya
pasado sin debate público.
Suponemos que poco podremos avanzar por esa vía,
y por ello, nos felicitamos por la designación como miembro de la Convención
de un miembro de nuestro Partido Europeo de Naciones sin Estado y regiones (ALE),
el eurodiputado del Scottish National Party, Neil MacCormick, A través
de esta participación, articularemos las ideas y reflexiones sobre las
que la ALE (Alianza Libre Europea de los Pueblos sin Estado) lleva años
trabajando.
Entre ellas, destacamos las siguientes:
1. La Convención debe ser un proceso constituyente
donde el ciudadano europeo visualice claramente cuáles son los derechos,
libertades, valores y principios comunes de la Unión. En este sentido,
reivindicamos una Carta Europea de Derechos fundamentales con carácter
vinculante que garantice plenamente su cumplimiento a todos los ciudadanos,
que éstos puedan reclamarlos ante cualquier tribunal de justicia, y que
abarque todos los derechos fundamentales incluidos los económicos, políticos
y sociales, que sean de carácter tanto individual como colectivo y en
los cuales, entre los segundos, creemos que debe encontrarse el derecho de autodeterminación
de los pueblos.

2. Debe recogerse el reconocimiento y respeto en plano de igualdad de todas
las lenguas y culturas europeas. La Unión Europea es el símbolo
de unidad en la diversidad, del respeto a los hechos diferenciales y de los
distintos pueblos que trabajan en relación de igualdad para la creación
de una ciudadanía europea. No podemos admitir que por el mero hecho de
tener participación directa a primer nivel en las instituciones europeas,
se protege y se conserva una lengua y una cultura y no, en cambio, las de los
países que no poseen los instrumentos jurídicos e institucionales
para hacerlo. ¿Por qué una vez se produzca la ampliación
hacia los países del Centro y Este europeos, el esloveno, el checo etc.
van a ser reconocidos oficialmente a nivel europeo y no así el catalán
o el euskera? ¿Dónde queda el derecho a la protección,
reconocimiento a cada una de estas lenguas y culturas?
3. Derecho a la ampliación externa e interna.
Somos conscientes de que el proyecto europeo es y debe ser concebido como la
búsqueda de soluciones conjuntas entre los Pueblos de Europa, respecto
de los retos y dificultades a los que se enfrenta. Ésta fue la primera
piedra de la CECA y demás comunidades europeas, poner en común
el origen de muchas y crueles contiendas sufridas en Europa. Consideramos que
éste es un proyecto que debemos compartir desde la relación de
igualdad con otros pueblos de Europa, como los del Centro y el Este, pero también
debemos abrirlo a aquellos que todavía hoy no tienen posibilidad de participar
directamente en nivel de igualdad con las demás Naciones europeas. ¿Por
qué no aceptar el derecho de ampliación interna?. Cuando una Nación,
como Catalunya y Euskal Herria, hubiera decidido por vía pacífica
y democrática de sus ciudadanos querer tener status directo en el plano
europeo y a su vez cumpliera todos los criterios de ampliación (los fijados
en Copenhague) debería permitirse dotársele de instrumentos para
articular esta determinación. En caso contrario exigimos conocer bajo
qué razones se puede impedir la materialización de la voluntad
de los ciudadanos de una Nación.
4. Abogamos igualmente por una radicalidad democrática
en la organización institucional, una verdadera división de poderes.
Ésta estaría conformada por: un Ejecutivo fuerte, representado
por la Comisión, responsable ante el Parlamento; un Legislativo bicameral,
con una Cámara que represente a los ciudadanos, elegida directamente
por éstos el Parlamento Europeo, y una segunda Cámara que legisle
de manera transparente y que se componga de la unión del actual Consejo
y de las regiones con competencias legislativas propias; y un tercer poder,
el Judicial, que correspondiera al Tribunal de Justicia.
Además de estas reflexiones EA y ERC seguirán
planteando sus propuestas en aspectos sobre política social, el papel
de Europa en el mundo, la cohesión económica y social y tantos
otros en el marco de las reflexiones de la Convención y trabajando para
que el debate sea uno de los objetivos de esta institución respecto a
la ciudadanía europea. No queremos que la Convención sea el instrumento
o el disfraz de quienes nada quieren cambiar. Para ello, exigiremos que plasme
sus reflexiones en conclusiones que, aunque no tengan fuerza legal para los
gobiernos, sí lo tengan, porque los partidos y ciudadanos les obliguemos
a ello, una fuerza moral. Todo ello será factible una vez se celebre
un debate, serio, plural, abierto y participativo.
EA y ERC apuestan por ello.
Jatorria: Eusko Alkartasuna